lunes, 30 de octubre de 2023

TOA - 31vo. Domingo - Llamados a vivir por amor - Mt 23, 1-12

La denuncia de su tendencia a equiparar la moralidad con la ley
trajo a Jesús muchos conflictos con  los fariseos.
El fariseísmo que él critica
es la creencia de que todo lo que Dios nos pide es guardar la Ley,
haciendo obras de piedad, ayuno, oración y limosna.
Si bien esto es necesario para la vida espiritual, no lo es todo. 

Los fariseos enfatizan las cosas pequeñas
(diezmo de menta, eneldo  que es parecido al anís y el comino)
mientras descuidan los asuntos más esenciales de fe, justicia y misericordia. Ellos ponían tanto celo en esto que se volvieron legalistas. Por eso, los fariseos tendían a ser hipócritas,
un título que Jesús les otorgó con gran acierto y libertad.

La hipocresía es el deseo de esconder de los demás motivos reales o sentimientos,
es aparentar algo que no somos ni hacemos pero queremos que los otros hagan.
Los cristianos devotos con tendencia a juzgar deben antes examinar sus conciencias,
confrontándolas con las verdades evangélicas.
Cuando ejercitamos la disposición de enfrentarnos a nosotros mismos
reconociendo nuestra culpabilidad personal y social nos volvemos un regalo precioso de Dios.

Los predicadores de hoy, debemos recoger el desafío de vivir de acuerdo con lo que decimos que somos, seguidores de Cristo.
Somos, en una sola palabra, llamados a vivir por amor, amor en su sentido más profundo.

La palabra "amor" es muy conocida, pero menos comprendida y practicada. Jesús le da el verdadero significado en su vida, muerte y resurrección. Él no murió y resucitó para evitar o para excusarnos de vivir en persona su experiencia desinteresada, ¡nos invita a replicarla!
Si queremos ser redimidos, si queremos ser sus discípulos, debemos pasar por la muerte para llegar a la resurrección.
¡Debemos practicar lo que predicamos! Debemos hacer lo que decimos y vivir lo que queremos decir.

Margaret, la hija de Tomás Moro, le ruega a su padre
que ya no se oponga al rey Enrique VIII y firme el Acta de Sucesión,
ya que sólo así salvaría su vida y saldría de la cárcel.

Tomás Moro se niega a aceptar algo que él cree que está mal, dice:
"Si viviéramos en un estado donde la virtud nos enriqueciera y fuera rentable, el sentido común nos haría buenos y la avaricia nos haría santos; pero vemos que la ira, la envidia, el orgullo, la pereza, la lujuria
y la estupidez nos benefician mucho más que la humildad, la castidad,
la fortaleza y la justicia, si tengo que elegir ser completamente humano, entonces tal vez debo mantenermes firmes un poco,
incluso a riesgo de ser héroe."

Margaret todavía le suplicaba diciendo: "¿No has hecho ya acaso
todo lo que Dios quizo razonablemente que hagas?"

Su padre le respondió:
"Bueno, finalmente, no es una cuestión de razón;
finalmente es una cuestión de amor".

Este es el amor incondicional del que Cristo habló y practicó. Al final, seremos juzgados solo con ese estándar.
Nuestros esfuerzos por ir por la dirección correcta y darle significado a nuestras vidas tendrán, si somos tocados por el amor de Dios,
se expresarán a través de nuestro amor por nuestros semejantes, ese sí es un valor eterno.
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Lecturas Bíblicas en lenguaje Latinoamericano, Domingo 31, Ciclo A

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Primera lectura: Mal 1, 14–2, 2. 8-10

"Yo soy el rey soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi nombre es temible entre las naciones.
Ahora les voy a dar a ustedes, sacerdotes, estas advertencias: Si no me escuchan
y si no se proponen de corazón dar gloria a mi nombre, yo mandaré contra ustedes la maldición".

Esto dice el Señor de los ejércitos:
"Ustedes se han apartado del camino, han hecho tropezar a muchos en la ley;
han anulado la alianza que hice con la tribu sacerdotal de Leví.
Por eso yo los hago despreciables y viles ante todo el pueblo,
pues no han seguido mi camino y han aplicado la ley con parcialidad".

¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?
¿Por qué, pues, nos traicionamos entre hermanos, profanando así la alianza de nuestros padres?
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Salmo Responsorial: Salmo 130, 1.2.3 / R. Señor, consérvame en tu paz.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos soberbios;
grandezas que superen mis alcances no pretendo.
R. Señor, consérvame en tu paz.

 Estoy, Señor, por lo contrario, tranquilo y en silencio,
como niño recién amamantado en los brazos maternos.
R. Señor, consérvame en tu paz.
Que igual en el Señor esperen los hijos de Israel, ahora y siempre.
R. Señor, consérvame en tu paz.
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Segunda lectura: 1 Tes 2, 7-9. 13
Hermanos: Cuando estuvimos entre ustedes, los tratamos con la misma ternura
con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños.
Tan grande es nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles, no solamente el Evangelio de Dios,
sino también nuestra propia vida, porque han llegado a sernos sumamente queridos.

Sin duda, hermanos, ustedes se acuerdan de nuestros esfuerzos y fatigas, pues, trabajando de día y de noche,
a fin de no ser una carga para nadie, les hemos predicado el Evangelio de Dios.

Ahora damos gracias a Dios continuamente, porque al recibir ustedes la palabra que les hemos predicado,
la aceptaron, no como palabra humana, sino como lo que realmente es: palabra de Dios,
que sigue actuando en ustedes, los creyentes.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 23, 9. 10
R.
Aleluya, aleluya.
Su Maestro es uno solo, Cristo, y su Padre es uno solo, el del cielo, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos.
Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra.
Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres,
pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente.
Ensanchan las filacterias y las franjas del manto;
les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas;
les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame 'maestros'.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen 'maestros', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A ningún hombre sobre la tierra lo llamen 'padre', porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial.
No se dejen llamar 'guías', porque el 'guía' de ustedes es solamente Cristo.
Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado
y el que se humilla será enaltecido".
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Oración para pedir el Buen Humor

Concédeme, Señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.

Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.

Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar
lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante
el pecado, sino que encuentre el modo de poner
las cosas de nuevo en orden.

Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no
permitas que sufra excesivamente por ese ser tan
dominante que se llama: YO.

Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría y
pueda comunicársela a los demás.
Así sea.
Autor: Santo Tomas Moro, mártir, patrón de los políticos.
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Un Santo para hoy: San Martín de Porres
Martín de Porres Velázquez (1579-1639), 
fue un hermano laico de la Orden de los Dominicos. 

Se le conocía por su trabajo en favor de los pobres y en especial por los enfermos. 
Estableció un orfanato y un hospital para niños. 
Se le atribuyen muchos milagros, que incluyen curas instantáneas 
y la capacidad de comunicarse con los animales. 
Fue beatificado en 1837 y canonizado en 1962. 
Es el santo patrón de las personas de raza mixta, 
barberos, posaderos, trabajadores de salud pública 
y trabajadores por la armonía racial. 

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