lunes, 30 de octubre de 2023

TOA - 31vo. Domingo - Llamados a vivir por amor - Mt 23, 1-12

La denuncia de su tendencia a equiparar la moralidad con la ley
trajo a Jesús muchos conflictos con  los fariseos.
El fariseísmo que él critica
es la creencia de que todo lo que Dios nos pide es guardar la Ley,
haciendo obras de piedad, ayuno, oración y limosna.
Si bien esto es necesario para la vida espiritual, no lo es todo. 

Los fariseos enfatizan las cosas pequeñas
(diezmo de menta, eneldo  que es parecido al anís y el comino)
mientras descuidan los asuntos más esenciales de fe, justicia y misericordia. Ellos ponían tanto celo en esto que se volvieron legalistas. Por eso, los fariseos tendían a ser hipócritas,
un título que Jesús les otorgó con gran acierto y libertad.

La hipocresía es el deseo de esconder de los demás motivos reales o sentimientos,
es aparentar algo que no somos ni hacemos pero queremos que los otros hagan.
Los cristianos devotos con tendencia a juzgar deben antes examinar sus conciencias,
confrontándolas con las verdades evangélicas.
Cuando ejercitamos la disposición de enfrentarnos a nosotros mismos
reconociendo nuestra culpabilidad personal y social nos volvemos un regalo precioso de Dios.

Los predicadores de hoy, debemos recoger el desafío de vivir de acuerdo con lo que decimos que somos, seguidores de Cristo.
Somos, en una sola palabra, llamados a vivir por amor, amor en su sentido más profundo.

La palabra "amor" es muy conocida, pero menos comprendida y practicada. Jesús le da el verdadero significado en su vida, muerte y resurrección. Él no murió y resucitó para evitar o para excusarnos de vivir en persona su experiencia desinteresada, ¡nos invita a replicarla!
Si queremos ser redimidos, si queremos ser sus discípulos, debemos pasar por la muerte para llegar a la resurrección.
¡Debemos practicar lo que predicamos! Debemos hacer lo que decimos y vivir lo que queremos decir.

Margaret, la hija de Tomás Moro, le ruega a su padre
que ya no se oponga al rey Enrique VIII y firme el Acta de Sucesión,
ya que sólo así salvaría su vida y saldría de la cárcel.

Tomás Moro se niega a aceptar algo que él cree que está mal, dice:
"Si viviéramos en un estado donde la virtud nos enriqueciera y fuera rentable, el sentido común nos haría buenos y la avaricia nos haría santos; pero vemos que la ira, la envidia, el orgullo, la pereza, la lujuria
y la estupidez nos benefician mucho más que la humildad, la castidad,
la fortaleza y la justicia, si tengo que elegir ser completamente humano, entonces tal vez debo mantenermes firmes un poco,
incluso a riesgo de ser héroe."

Margaret todavía le suplicaba diciendo: "¿No has hecho ya acaso
todo lo que Dios quizo razonablemente que hagas?"

Su padre le respondió:
"Bueno, finalmente, no es una cuestión de razón;
finalmente es una cuestión de amor".

Este es el amor incondicional del que Cristo habló y practicó. Al final, seremos juzgados solo con ese estándar.
Nuestros esfuerzos por ir por la dirección correcta y darle significado a nuestras vidas tendrán, si somos tocados por el amor de Dios,
se expresarán a través de nuestro amor por nuestros semejantes, ese sí es un valor eterno.
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Lecturas Bíblicas en lenguaje Latinoamericano, Domingo 31, Ciclo A

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Primera lectura: Mal 1, 14–2, 2. 8-10

"Yo soy el rey soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi nombre es temible entre las naciones.
Ahora les voy a dar a ustedes, sacerdotes, estas advertencias: Si no me escuchan
y si no se proponen de corazón dar gloria a mi nombre, yo mandaré contra ustedes la maldición".

Esto dice el Señor de los ejércitos:
"Ustedes se han apartado del camino, han hecho tropezar a muchos en la ley;
han anulado la alianza que hice con la tribu sacerdotal de Leví.
Por eso yo los hago despreciables y viles ante todo el pueblo,
pues no han seguido mi camino y han aplicado la ley con parcialidad".

¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?
¿Por qué, pues, nos traicionamos entre hermanos, profanando así la alianza de nuestros padres?
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Salmo Responsorial: Salmo 130, 1.2.3 / R. Señor, consérvame en tu paz.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos soberbios;
grandezas que superen mis alcances no pretendo.
R. Señor, consérvame en tu paz.

 Estoy, Señor, por lo contrario, tranquilo y en silencio,
como niño recién amamantado en los brazos maternos.
R. Señor, consérvame en tu paz.
Que igual en el Señor esperen los hijos de Israel, ahora y siempre.
R. Señor, consérvame en tu paz.
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Segunda lectura: 1 Tes 2, 7-9. 13
Hermanos: Cuando estuvimos entre ustedes, los tratamos con la misma ternura
con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños.
Tan grande es nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles, no solamente el Evangelio de Dios,
sino también nuestra propia vida, porque han llegado a sernos sumamente queridos.

Sin duda, hermanos, ustedes se acuerdan de nuestros esfuerzos y fatigas, pues, trabajando de día y de noche,
a fin de no ser una carga para nadie, les hemos predicado el Evangelio de Dios.

Ahora damos gracias a Dios continuamente, porque al recibir ustedes la palabra que les hemos predicado,
la aceptaron, no como palabra humana, sino como lo que realmente es: palabra de Dios,
que sigue actuando en ustedes, los creyentes.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 23, 9. 10
R.
Aleluya, aleluya.
Su Maestro es uno solo, Cristo, y su Padre es uno solo, el del cielo, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos.
Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra.
Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres,
pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente.
Ensanchan las filacterias y las franjas del manto;
les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas;
les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame 'maestros'.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen 'maestros', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A ningún hombre sobre la tierra lo llamen 'padre', porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial.
No se dejen llamar 'guías', porque el 'guía' de ustedes es solamente Cristo.
Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado
y el que se humilla será enaltecido".
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Oración para pedir el Buen Humor

Concédeme, Señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.

Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.

Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar
lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante
el pecado, sino que encuentre el modo de poner
las cosas de nuevo en orden.

Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no
permitas que sufra excesivamente por ese ser tan
dominante que se llama: YO.

Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría y
pueda comunicársela a los demás.
Así sea.
Autor: Santo Tomas Moro, mártir, patrón de los políticos.
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Un Santo para hoy: San Martín de Porres
Martín de Porres Velázquez (1579-1639), 
fue un hermano laico de la Orden de los Dominicos. 

Se le conocía por su trabajo en favor de los pobres y en especial por los enfermos. 
Estableció un orfanato y un hospital para niños. 
Se le atribuyen muchos milagros, que incluyen curas instantáneas 
y la capacidad de comunicarse con los animales. 
Fue beatificado en 1837 y canonizado en 1962. 
Es el santo patrón de las personas de raza mixta, 
barberos, posaderos, trabajadores de salud pública 
y trabajadores por la armonía racial. 

Dia de los Fieles Difuntos - La Pérdida y el Enojo con Dios - Jn 6, 37-40

Estar enojado con Dios es algo con lo que muchas personas creyentes,
han luchado con el tiempo.
Cuando algo trágico sucede en nuestras vidas,
le preguntamos a Dios: 
"¿Por qué?" Esa es nuestra reacción natural.

 Lo que realmente preguntamos, sin embargo,
no es tanto 
"¿Por qué, Dios?" sino "¿Por qué a mi, Dios?"

Esta pregunta revela que como creyentes
queremos una vida más fácil; y que Dios nos debe evitar
cualquier tragedia. Cuando no lo hace, nos enojamos con Él.

En segundo lugar,
cuando no entendemos el alcance de la soberanía de Dios,
perdemos la confianza en su capacidad de controlar las circunstancias,
las actitudes de otras personas, y la forma en que eso nos afecta.
Cuando no hace lo que “necesitamos” entonces nos enojamos con Dios.
No confiamos en que es Él el que sabe lo que “necesitamos”.
Cuando no nos complace pensamos que Él ha perdido el control del universo y sobre todo el control de nuestras vidas.

Cuando perdemos la fe en la soberanía de Dios es porque nuestro ser, humano y frágil
está peleando contra nuestra propia frustración y nuestra incapacidad para controlar los acontecimientos.

 Cuando suceden cosas buenas, con mucha frecuencia las atribuimos a nuestros propias capacidades para obtener los logros y el éxito;
pero cuando suceden cosas malas, estamos listos
para culpar rápidamente a Dios, y nos enojamos con él
por no hacernos inmunes a las circunstancias desagradables.

Las tragedias nos abren a la terrible verdad
de que no estamos a cargo de todo.

 Todos pensamos en un momento u otro que podemos
y debemos controlar el resultado de todas las situaciones, 
pero en realidad es Dios quien está a cargo de toda su creación.
Todo lo que pasa viene de Él o es permitido por Él.

 Ni un gorrión, ni un cabello de nuestra cabeza cae al suelo
sin que Dios lo sepa
(Mt 10: 29-31).

Podemos quejarnos, enojarnos y culpar a Dios de todo lo que nos sucede.

Si en verdad confiamos en Él, debemos ofrecerle nuestra amargura y dolor;
reconocer el pecado de orgullo 
al querer imponer nuestra voluntad sobre la suya.

Él nos va a conceder su paz y su fuerza para sobrellevar cualquier situación difícil (1 Cor 10: 13).
Muchos creyentes en Jesucristo dan testimonio de esa realidad.

 Podemos enojarnos con Dios por muchas razones pero tenemos que aceptar en algún momento, que hay cosas que no podemos controlar o incluso entender con nuestras mentes limitadas y finitas. Nuestra comprensión de la soberanía de Dios en todas las circunstancias deben ir acompañados de nuestro entendimiento de esa realidad.

Nuestro dios tiene por nosotros amor, misericordia, cariño, bondad, es paciente, recto, justo y santo.
Esos son sus atributos eternos. Cuando confrontamos nuestras dificultades a la luz de la verdad de la Palabra de Dios,
vemos que nuestro amoroso y santo Dios dispone todas las cosas para nuestro bien
(Rom 8:28),
y que tiene un plan y un propósito perfecto para nosotros y que este no puede ser torcido
(Is 14:24 ; 46: 9-10);
entonces lo entendemos mejor y comenzamos a ver los problemas desde una perspectiva diferente.

Las escrituras también nos ayudan a entender que esta vida nunca es una vida de continua alegría y felicidad,
más bien nos ayuda a decir con Job que: "el hombre nace para la aflicción como las chispas vuelan hacia arriba"
(Job 5: 7),
y que la vida es corta y "lleno de problemas"
(Job 14: 1).

 El que nos acerquemos a Cristo para salvarnos del pecado no significa que se nos garantice una vida libre de problemas. Jesús dijo: "En este mundo tendrán aflicción", y si creemos que él ha "vencido al mundo" (Juan 16:33),
aprenderemos a tener paz interior, a pesar de las tormentas, de la rabia y el enojo que nos rodea
(Juan 14:27)

 Una cosa es cierta: la ira y el enojo duradero son pecado (Gal 5:20; Ef 4: 26-27. 31 Col 3: 8).

El enojo nos perjudica, da entrada al diablo a nuestras vidas. Puede destruir nuestro gozo y paz si no los dejamos ir. Aferrarnos a la ira hace que la amargura y el resentimiento se hagan dueños de nuestros corazones.
Si se lo confesamos al Señor, y luego esperamos su perdón, podemos liberarnos de esos sentimientos hacia Él.
En nuestro dolor, nuestra ira y amargura tenemos que ir con nuestra oración ante el Señor.

 La Biblia nos dice en 2 Samuel 12: 15-23 que David iba ante el trono de la gracia, en nombre de su bebé enfermo, ayuno, lloro y oró por él para que sobreviva. Cuando el bebé murió, David se levantó y adoró al Señor.
Él dijo a sus siervos que sabía dónde estaba su bebé y que algún día estaría con él en la presencia de Dios. David clamó a Dios durante la enfermedad del bebé, pero después se inclinó ante Él en adoración. Eso es un testimonio maravilloso.

 Dios conoce nuestros corazones y es inútil tratar de ocultar lo que realmente sentimos.
Hablar con él sobre nuestro dolor es una de las mejores maneras de manejar ese dolor. Si lo hacemos con humildad, dándole nuestro corazón, Él obrará en nosotros, y en el proceso, nos hará más parecidos a Él.

 

Podemos confiar a Dios en todo?
Podemos confiarle nuestras vidas y las vidas de nuestra seres queridos? Por supuesto que podemos! Nuestro Dios es compasivo, lleno de gracia y de amor, y, como discípulos de Cristo debemos confiar en Él en todas las cosas. Cuando nos ocurran tragedias, hay que confiar en que Dios las puede usar para acercarnos a Él, para fortalecer nuestra fe, para hacernos más maduros e íntegros
(Sal 34:18; Sant 1: 2-4), puede hacernos testimonio reconfortante para otros (2 Cor 1: 3-5).
Eso es más fácil decir que hacer, pero necesitamos rendir cada día nuestra propia voluntad a la suya, conocer sus atributos en la Palabra de Dios.
 

Necesitamos también mucha oración, y luego aplicar lo que aprendemos de nuestra propia situación. Al hacerlo, nuestra fe crecerá y madurará progresivamente. Con práctica, será más fácil confiar en Él y navegar en las tormentas de otra de las tragedias que algún día enfrentaremos. El enojo, la queja y el reclamo son actitudes humanas como lo son el llanto, la tristeza y la pena. Si no sabemos salir de ellos podemos terminar muertos tanto de espíritu como de cuerpo. En nuestras tragedias y dificultades oremos para aprender de esa situación.

Necesitamos tener una relación real con Dios. Si estás enojado, no dudes en decírselo, Él es un Dios grande; Él puede aceptar tu enojo! Sé honesto con lo que sientes. Somos herederos del reino y él entiende este mundo caído en el que estamos, Él también entiende las emociones humanas. Nunca huyas de Él, incluso si está enojado. Sé auténtico y veraz porque Dios no es un ídolo al que hay que pagar con nuestra alabanza; Debes seguir caminando con Él en la fe, confiar en que Él te ayudará a resolver lo que sea que te preocupa. (Jean Goredema)

El enojo permanente con Dios es el resultado de la incapacidad o la falta de voluntad para confiar en Dios que quiere nuestro bien aun cuando no entendemos lo que está haciendo con nosotros o en nuestras vidas. El enojo permanente con Dios es esencialmente decirle a Dios que Él ha hecho algo malo cuando se supone que Él nunca lo hace. En esta vida no se puede hacer todo, menos resolver la muerte física de quien es amado entrañablemente. Recordemos con Rom 14, 23 que nuestros juicios a menudo nos pueden llevar a pecar. En el desierto, los israelitas se quejaron contra Moisés y Dios, esa queja era pecado. Para el creyente, lo que no viene de la fe, nos lleva al pecado. (Lynda Hickman)

¿Nos entiende Dios cuando estamos enojados, frustrados o decepcionados con Él? Sí, Él conoce nuestros corazones y sabe que la vida en este mundo es difícil y dolorosa. ¿Eso nos da derecho a estar enojado permanentemente con Dios? Por supuesto que no. En lugar de enojarnos de ese modo con Dios, debemos entregarle nuestros corazones en la oración y luego confiar en que Él está en control y que Su plan es siempre perfecto.

(c) Traducido y adaptado por Padre Diego de un texto de Shea S. Michael Houdmann "Is it wrong to be angry with God?"

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Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos
Se utilizan las lecturas propuestas para los difuntos.

Primera Lectura: 
Sab 3, 1-9
Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento.
Los insensatos pensaban que los justos habían muerto,
que su salida de este mundo era una desgracia
y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz.

La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo,
pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad.
Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa,
pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí.
Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable.

En el día del juicio brillarán los justos
como chispas que se propagan en un cañaveral.
Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos,
y el Señor reinará eternamente sobre ellos.

Los que confían en el Señor comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.
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Salmo Responsorial: Salmo 22, 1-3. 4. 5. 6

R. (1) El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas.
Por ser un Dios fiel a sus promesas,
Me guía por el sendero recto.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Tú mismo preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor por años sin término.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

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Segunda Lectura: Rom 5, 5-11
Hermanos: La esperanza no defrauda porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones
por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.

En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo,
aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena.
Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.

Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final.
Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo,
con mucho más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo,
por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
 
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O bien: Rom 6, 3-9
Hermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo,
hemos sido incorporados a él en su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte,
para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros llevemos una vida nueva.

Porque, si hemos estado íntimamente unidos a él por una muerte semejante a la suya,
también lo estaremos en su resurrección. Sabemos que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo,
para que el cuerpo del pecado quedara destruido,
a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el que ha muerto queda libre del pecado.

Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él;
pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos,
ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él.
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O bien: Carta a Los Romanos 5, 1- 5

5,1: Pues bien, ahora que hemos sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios,
por medio de Jesucristo Señor nuestro. 5,2:
También por él —por la fe— hemos alcanzado la gracia en la que nos encontramos,
y podemos estar orgullosos esperando la gloria de Dios.

5,3:
No sólo eso, sino que además nos gloriamos de nuestras tribulaciones;
porque sabemos que la tribulación produce la paciencia, 5,4:
de la paciencia sale la fe firme
y de la fe firme brota la esperanza. 5,5:
Y la esperanza no quedará defraudada,
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por el don del Espíritu Santo.
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O Bien: Carta de Santiago 1,2-8: 
1, 2 Hermanos míos, estimen como la mayor felicidad el tener que soportar diversas pruebas.
1,3: Ya saben que, cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a tener paciencia,
1,4: que la paciencia los lleve a le perfección, y así serán hombres completos y auténticos,
sin que les falte nada. 1,5: Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios, y la recibirá,
porque él da a todos generosamente y sin reproches.
1,6: Pero que pida con confianza y sin dudar.
El que duda se parece al oleaje del mar sacudido por el viento.
1,7: No espere ese hombre alcanzar nada del Señor:
1,8: ya que es un hombre dividido, inestable en todos sus caminos. 
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 25, 34
R. Aleluya, aleluya.
Vengan, benditos de mi Padre, dice el Señor;
tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 6, 37-40
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
 “Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí;
y al que viene a mí yo no lo echaré fuera,
porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió.

Y la voluntad del que me envió
es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado,
sino que lo resucite en el último día.
La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él,
tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día’’.
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*La oración por los muertos pertenece a la más antigua tradición cristiana. Es natural, pues, que el día siguiente a la fiesta de los que han entrado en la intimidad de Dios, nuestra solicitud vaya hacia nuestros hermanos que han muerto en la esperanza de la resurrección que abarca también a "todos aquellos cuya fe sólo conoce el Señor".

sábado, 28 de octubre de 2023

Todos Los Santos - Solemnidad

Primera lectura: Apoc 7, 2-4. 9-14
Salmo Responsorial: Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6
Segunda lectura: 1 Jn 3, 1-3
Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 28
Evangelio: Mt 5, 1-12
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Primera lectura: Apoc 7, 2-4. 9-14
Yo, Juan, vi a un ángel que venía del oriente.
Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar.
Les dijo:
"¡No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios!"
Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel.

Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla.
Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas.
Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero;
iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa:
"La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero".

Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes,
cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: 
"Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios".

Entonces uno de los ancianos me preguntó: 
"¿Quiénes son y de dónde han venido los que llevan la túnica blanca?" 
Yo le respondí: "Señor mío, tú eres quien lo sabe". 
Entonces él me dijo: "Son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero".
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Salmo Responsorial: Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene,
el orbe todo y los que en él habitan,
pues él lo edificó sobre los mares
el fue quien lo asentó sobre los ríos.
R. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.

¿Quién subirá hasta el monte del Señor?
¿Quién podrá estar en su recinto santo?
El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.
R. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.

Ese obtendrá la bendición de Dios,
y Dios, su salvador, le hará justicia.
Esta es la clase de hombres que te buscan
y vienen ante ti, Dios de Jacob.
R. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
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Segunda lectura: 1 Jn 3, 1-3
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. 
Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.

Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. 
Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo para ser tan puro como él.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 28
R. Aleluya, aleluya.
Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga,
y yo los aliviaré, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 5, 1-12
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. 
Entonces se le acercaron sus discípulos. 
Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:

"Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.

Dichosos serán ustedes, cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos".
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El resplandeciente texto del Apocalipsis los llama "una multitud que nadie podía contar" - debido a la rica misericordia de Dios, y como Jesús aseguró a sus amigos antes de su partida de esta vida, en la Casa del Padre hay muchas mansiones.  Más que de Seguro, hay lugar para todos y cada uno de nosotros en la casa de Dios, y el camino más seguro de llegar allá es aferrándonos a nuestro Salvador que es "el Camino, la Verdad y la Vida".

En una clase con niños de nueve años, un sacerdote preguntó una vez: "¿Qué debemos hacer para llegar a ser un santo?" Una mano se levantó: "Morir, Padre", dijo el niño. Jesús nos diría más bien: "¡Vive tu vida a plenitud!" Porque de hecho, la santidad comienza aquí y ahora.

Con toda honestidad debemos aceptar que la vida más allá de la tumba está bastante más allá de nuestro rango de conocimiento, porque "ningún ojo ha visto, ningún oído ha oído, lo que Dios ha preparado" [1 Cor 2: 9]. Y sin embargo, las imágenes de la Biblia y la tradición cristiana nos ofrecen un anticipo de lo que nos está esperando, más allá de este mundo actual. Confiamos en que aquellos que han partido para unirse a Dios antes que nosotros no son santos de yeso, ni oscuras y difusas sombras, sino personas que han vivido la vida con tanto amor y decencia que se fueron directamente hacia el Dios que nos creó a Su imagen, para estar delante de nuestro Hacedor.

Ellos entraron marchando felices de de saber que se encontrarían cara a cara con Aquel que siempre los tuvo en la palma de su mano. Ellos son héroes de nuestra Iglesia pero también son gente común.

Algunos han inspirado a la iglesia durante siglos, y otros son héroes no reconocidos, que vivieron una vida tranquila de familia, trabajo y amistad, encarnando el espíritu del Evangelio, como pacificadores, puros de corazón y mansos de espíritu.

En el Evangelio, Jesús nos da su desafiante consejo para ser buenas personas. Él nos aconseja cómo ser la mejor gente que podemos ser y desarrollar las cualidades que quiere ver en nosotros, sus seguidores. 

Mirando esas ocho cualidades propuestas podemos ver que son lo opuesto a los muchos estándares y valores propuestos en la cultura de este mundo. Los Santos trataron de vivir a plenitud esas cualidades y por eso hoy viven para siempre con Él. 


sábado, 21 de octubre de 2023

TOA - 30vo. Domingo - Ser humano y ser Santo - Mt 22, 34-40

San Pablo muestra el lado humano de la santidad al vincularse muy estrechamente con sus hermanos cristianos. La autoridad de su palabra entre los Tesalonicenses parece haber surgido de la calidad de su vida, por el ejemplo que él les dio. Su mensaje sintonizaba con sus actitudes y sus hábitos de trabajo.

Tuvo que soportar algunos problemas el el cumplimiento de su tarea, pero aún así difundía las buenas nuevas. Su palabra daba sentido a su vida, la calidad de su vida vivida a plenitud respaldó la verdad de la palabra. La gente de Salónica aceptó su mensaje y descubrió que ellos también tenían el poder de cambiar su propia visión de la vida. Pablo llama a su experiencia "vivir la alegría del Espíritu Santo" que viene del Espíritu viviente de Dios en medio de sus propias vidas.

La genuina preocupación humana que toca vidas es un sacramento efectivo del amor trascendente de Dios que nos ayuda a ver el misterio del Dios cristiano desde el punto de vista de la trascendencia e inmanencia de Dios. El amor de Dios está encarnado en lo esencial de las relaciones humanas interpersonales. La autenticidad de nuestra religión se garantiza por el valor de nuestro amor por la gente real.

Usando la imagen de la flor enraizada en el suelo que crece lentamente al transformar los elementos del suelo en nutrientes que le dan vida para alcanzar la belleza del cielo con su propia forma, color y aroma. La savia va a la raíz, el tallo, la flor y produce el perfume.
Una vida verdaderamente cristiana tiene sus raíces en la tierra y, sin embargo, alcanza también el cielo y toca el misterio de Dios vivo en amor el y perfuma con ese mismo amor la vida cotidiana.

Otro posible desarrollo podría provenir no de la reputación de los Tesalonicenses sino de Pablo que se extendía por el área circundante.
Las personas se sintieron atraídas por la fe cristiana pero más que nada por la forma en que estas personas estaban dirigiendo sus vidas.
La noticia de las buenas nuevas se difundió silenciosamente a través de personas que admiraban la forma en que vivían los cristianos.

Podemos condenar a aquellos que tienen valores poco convencionales o que viven un estilo de vida diferente porque no podemos apreciar los vacilantes esfuerzos que ellos hacen para enfrentar las luchas cotidianas con su frágil naturaleza humana. Si pudiéramos sondear las profundidades de nuestras propias historias de vida, y reconocer nuestras  limitaciones y fortalezas, podríamos desarrollar un vínculo relacional más efectivo con los demás. El don de nuestra humanidad, saboreada y apreciada, puede convertirse en espejo y ventana al misterio de Dios para nosotros mismos. Puede ser un medio de evangelización más efectivo que todo el bombo de palabras religiosas que a menudo solo refuerzan las convicciones de los perfectos "convertidos".

Había 631 reglas que proponía la ley judía y muchas personas, especialmente las personas sin educación, no podían cumplirlas o no las conocían. El pueblo judío seguía fielmente los primeros cinco libros de la Biblia hebrea, lo que llamaron la Torá. Los dos mandamientos resumen las 631 leyes que tenían que cumplir en la Torá. Armado con estos dos principios que resumen la Torá, Jesús reunió una comunidad de personajes muy diversos. Entre sus doce discípulos incluyó a un recaudador de impuestos y un fanático zelote, hombres del espectro político de extremos muy opuestos. a todos los formó en un mismo amor y aprecio por las diferencia humanas que nos hacen de todos modos hijos de un mismo padre.

Espíritu del Señor que obra en nuestras vidas, nos impulsa a conectarnos con personas de diferentes antecedentes e historias, así como con aquellos que son como nosotros. A veces esa persona a la que inicialmente encontramos extraña puede revelarnos cosas sorprendentes sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre la persona. 

Tanto hoy como en la época de Mateo, los líderes en la fe debemos seguir el modelo del mismo Jesús que vino a servir y no a ser servido. No es Dios quien necesita ser defendido por las reglas, sino las viudas, los huérfanos y los extraños: el pueblo de Dios. Oremos hoy por una mayor apertura a las muchas formas en que el Señor viene a nuestras vidas.
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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 30 -  Ciclo A
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Primera lectura:Ex 22, 20-26
Esto dice el Señor a su pueblo: "No hagas sufrir ni oprimas al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos, huérfanos.

Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portes con él como usurero, cargándole intereses.

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque no tiene otra cosa con qué cubrirse; su manto es su único cobertor y si no se lo devuelves, ¿cómo va a dormir? Cuando él clame a mí, yo lo escucharé, porque soy misericordioso".
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Salmo Responsorial: Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab: R. Tu, Señor, eres mi refugio.

Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza,
el Dios que me protege y me libera.
R. Tu, Señor, eres mi refugio.

Tú eres mi refugio,
mi salvación, mi escudo, mi castillo.
Cuando invoqué al Señor de mi esperanza,
al punto me libró de mi enemigo.
R. Tu, Señor, eres mi refugio.

 Bendito seas, Señor, que me proteges;
que tú, mi salvador, seas bendecido.
Tú concediste al rey grandes victorias
y mostraste ti amor a tu elegido.
R. Tu, Señor, eres mi refugio.

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Segunda lectura:1 Tes 1, 5-10
Hermanos: Bien saben cómo hemos actuado entre ustedes para su bien. Ustedes, por su parte, se hicieron imitadores nuestros y del Señor, pues en medio de muchas tribulaciones y con la alegría que da el Espíritu Santo, han aceptado la palabra de Dios en tal forma, que han llegado a ser ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya, porque de ustedes partió y se ha difundido la palabra del Señor: y su fe en Dios ha llegado a ser conocida, no sólo en Macedonia y Acaya, sino en todas partes; de tal manera, que nosotros ya no teníamos necesidad de decir nada.

Porque ellos mismos cuentan de qué manera tan favorable nos acogieron ustedes y cómo, abandonando los ídolos, se convirtieron al Dios vivo y verdadero para servirlo, esperando que venga desde el cielo su Hijo, Jesús, a quien él resucitó de entre los muertos, y es quien nos libra del castigo venidero.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 22, 34-40
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?"

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas".

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Nota:

Tesalónica
La antigua colonia griega situada en el actual golfo de Salónica, llamada Therma en las épocas arcaica y clásica por encontrarse edificada en el golfo de Thermas, cambió de nombre en el año 315 a.C. cuando el general macedonio Casandro le dio el de su esposa Tesalónica, hermana de Alejandro Magno. En el año 148 a.C. cayó bajo el poder de Roma y fue declarada capital de la provincia romana de Macedonia. A raíz de la batalla de Filipos del año 42 a.C. la ciudad recibió la distinción imperial que le otorgó el fuero de ciudad libre. En la antigüedad, como hoy, era un importante centro económico y comercial. Debido especialmente a su situación estratégica junto al mar, con un buen y activo puerto comercial. Y por hallarse en el camino de la Vía Ignatia. En el año 390 d.C. el emperador Teodosio mandó matar a sus habitantes, acusados de rebelión. 

El cristianismo penetró en Tesalónica con la predicación de S. Pablo, que estuvo en la ciudad en el segundo viaje, procedente de Filipos, después de atravesar Anfípolis y Apollonia (Hch 17, 1). Pablo y sus compañeros Silas y Timoteo predicaron primero en la sinagoga de los judíos durante tres sábados. “Algunos judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, así como gran multitud de los que adoraban a Dios, y de griegos, y no pocas de las mujeres principales” (Hch 17, 14). 

Algunos grupos judíos se alborotaron con el ánimo de perseguirles, pero Jasón y algunos hermanos les ayudaron, y Pablo, Silas y Timoteo marcharon tasta Berea (Hch 17, 5-10). Entre los acompañantes de Pablo en el tercer viaje se cuentan Segundo y Aristarco, que eran de Tesalónica (Hch 20, 4). Pablo fundó una comunidad cristiana entre los que se habían convertido aceptando el Evangelio: algunos judíos y bastantes miembros procedentes de la gentilidad.

A principios del siglo IV padeció el martirio el obispo de la ciudad llamado Demetrio, hoy patrón de Tesalónica y a quien está dedicada la catedral. La Iglesia de Tesalónica, activa y misionera, envía el año 860 a Cirilo y Metodio a los países del este europeo, convirtiéndose en los primeros evangelizadores del mundo eslavo. Desde 1430 hasta 1912, Tesalónica estuvo en poder de los turcos, quienes convirtieron muchas de las bellas iglesias en mezquitas.

TOA - 29vo. Domingo - La astucia de Dios - Mt 22, 15-21

De pecador a Santo
Antes de ser llamado por Cristo como uno de sus doce Apóstoles, San Mateo era un recaudador de impuestos que operaba en una aduana, en algún lugar del norte de Galilea. Dado que esta profesión requirió que él pudiera leer, escribir y sobre todo mantener registros, estas habilidades las usaría bien al escribir su relato del evangelio de la vida y misión de Jesús. Su estilo literario, como evangelista, puede ser más artificial que el de San Lucas, pero no hay duda de que el fragmento del evangelio que acabamos de escuchar es verdaderamente dramático.

La trampa
Los impuestos cobrados por los romanos como potencia ocupante eran importantes. El impuesto pudo haber sido un impuesto de censo sobre todo hombre, mujer y esclavo entre la edad de doce y sesenta y cinco años. Era un denario que equivalía a la paga de un día. La moneda llevaba la imagen del emperador Tiberio y las palabras "Tiberio César, Augusto, hijo del divino Augusto, sumo sacerdote". Esto era considerada idólatra por los fariseos y por lo tanto ofensivo para el pueblo en general.
La pregunta a que los seguidores de los fariseos y los herodianos hacen a Jesús, en cuanto a si era permisible para los judíos rendir tributo al César, da una visión clara de la intención y la estrategia de los fariseos. Estaban tratando de llevar a Jesús a una trampa política para ponerlo en desacuerdo con las autoridades romanas, que gobernaban Israel en ese momento, o, en su defecto, a desacreditarlo delante de su propio pueblo. 

Para evitar que Jesús sospeche de su intención, los fariseos no se involucraron personalmente sino que envían a algunos discípulos a Cristo, ellos permanecen en un segundo plano porque querían que Herodianos, espías del tetrarca nombrado por los romanos de Galilea que eran sus peores enemigos, -los herodianos, abogaban abiertamente cooperar con los Romanos-  participen en el complot contra Jesús. 

Los elogios y las palabras burlonas a Jesús de parte de esta delegación, la mención de su honestidad, su audacia, su desprecio por el estatus de ricos e injustos, su preferencia por los pobres, toda esta falsa adulación de personas que normalmente eran hostiles a él sólo resalta la hipocresía de sus elogios. 

Entonces la trampa surgió: "¿cuál es tu propia opinión? ¿Es lícito pagar impuestos a César o no? 

"Si Cristo responde: "Paga el impuesto", entonces lo acusarían de colaborar con los opresores romanos e incurriría en el desprecio de los judíos comunes, cada uno de los cuales tenía que pagar un impuesto por el uso de los puentes, desde la edad de doce años para las mujeres y catorce para los hombres. Si abogara por no pagarlos, podría ser arrestado por sedición por parte de las autoridades romanas. 

La astucia Divina
La respuesta de Jesús, sin embargo, "da a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios", los dejó confundidos, y derrotados, se escabulleron. La respuesta de Jesús dejó el asunto en suspenso, porque no criticaba el derecho de los romanos a gobernar a Israel, ni enumeraba precisamente las cosas de César o las de Dios.

Las derechos que pertenecen a Dios y al Estado lo debe decidir la conciencia de cada individuo, dirigido al bien común. También queda la advertencia de Jesús, en el Sermón de la Montaña, de que "nadie puede servir a dos amos; no se puede ser siervo de Dios y de la riqueza al mismo tiempo "(Mt 6, 24). 

La riqueza en los primeros tiempos del AT era vista como creada por Dios, y otorgada a los patriarcas, reyes y líderes que tenían papeles de responsabilidad especial. 

Más tarde, la riqueza dejó de ser considerada como un regalo de Dios. "¡Ay de los que se unen casa a casa y campo a campo, hasta que todas partes les pertenece", Isaías advirtió (Is 5: 8), y Jesús mismo dijo: "¡Ay de los ricos! ahora tienen su recompensa" (Lc 6, 24). 

El mundo y todos sus recursos fueron creados por Dios para el beneficio de todos los seres humanos sin excepción, y por supuesto, esto se debe obtener junto con el derecho a la propiedad privada, heredada o adquirida por la empresa personal. Es tarea del gobierno buscar el equilibrio entre las políticas que ayudarán al bien común de todos los ciudadanos. Y los impuestos justos siguen siendo hasta hoy uno de los medios más comunes para lograrlo. 

Tenemos la obligación de participar en todos los campos de la vida cívica de la sociedad, pero también  tenemos que vivir y defender los principios de nuestra fe en palabra y acción en la vida política y social.
Lo que más importaba entonces e importa ahora es actuar de una manera que agrade a Dios.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Semana 29 - Ciclo A
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Primera lectura: Is 45, 1. 4-6
Así habló el Señor a Ciro, su ungido, a quien ha tomado de la mano
para someter ante él a las naciones y desbaratar la potencia de los reyes,
para abrir ante él los portones y que no quede nada cerrado:
"Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido,
te llamé por tu nombre y te di un título de honor, aunque tú no me conocieras.
Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios.
Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, 
para que todos sepan, de oriente a occidente, que no hay otro Dios fuera de mí.
Yo soy el Señor y no hay otro".
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Salmo Responsorial: Salmo 95, 1 y 3. 4-5. 7-8. 9-10a y c / R. Cantemos la grandeza del Señor.

Cantemos al Señor un canto nuevo, 
que le cante al Señor toda la tierra.
Su grandeza anunciemos a los pueblos; 
de nación en nación sus maravillas.
R. Cantemos la grandeza del Señor.

 Cantemos al Señor, porque él es grande, 
más digno de alabanza y más tremendo
que todos los dioses paganos, que ni existen;
ha sido el Señor quien hizo el cielo.
R. Cantemos la grandeza del Señor.

 Alaben al Señor, pueblos del orbe, 
reconozcan su gloria y su poder
y tribútenle honores a su nombre. 
Ofrézcanle en sus atrios sacrificios.
R. Cantemos la grandeza del Señor.

Caigamos en su templo de rodillas. 
Tiemblen ante el Señor los atrevidos.
"Reina el Señor". digamos a los pueblos. 
El gobierna a las naciones con justicia.
R. Cantemos la grandeza del Señor.
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Segunda lectura: 1 Tes 1, 1-5
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz
a la comunidad cristiana de los tesalonicenses,
congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor.

En todo momento damos gracias a Dios por ustedes
y los tenemos presentes en nuestras oraciones. 

Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar
las obras que manifiestan la fe de ustedes, 
los trabajos fatigosos que ha emprendido
su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.

Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios,
que él es quien los ha elegido. 

En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes
no se llevó a cabo sólo con palabras, 
sino también con la fuerza del Espíritu Santo,
que produjo en ustedes abundantes frutos.
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Aclamación antes del Evangelio: Flp 2, 15. 16R. Aleluya, aleluya.
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 22, 15-21
En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.

Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: "Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?"

Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: "Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo". Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: "¿De quién es esta imagen y esta inscripción?" Le respondieron: "Del César". Y Jesús concluyó: "Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".
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domingo, 1 de octubre de 2023

TOA - 28vo. Domingo - Las bodas del Reino - Mt 22, 1-14

TOA, Lecturas en lenguaje Latinoamericano, 28º Domingo / Mt 22, 1-14

Isaías 25, 6-10a: El Señor preparará un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros
Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos,
en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera;
manjares enjundiosos, vinos generosos.

Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño que tapa a todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país.
-Lo ha dicho el Señor-. Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara;
celebremos y gocemos con su salvación.
La mano del Señor se posará sobre este monte."
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Salmo responsorial 22: Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R./ Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R./ Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R./ Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R./ Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
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Filipenses 4, 12-14. 19-20. Todo lo puedo en aquel que me conforta.

Hermanos:
Sé vivir en pobreza y abundancia.
Estoy entrenado para todo y en todo:
la hartura y el hambre, la abundancia y la privación.
Todo lo puedo en aquel que me conforta.

En todo caso, hicieron bien en compartir mi tribulación.
En pago,
mi Dios proveerá a todas sus necesidades con magnificencia,
conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
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Mateo 22, 1-14. A todos los que encuentren, convídenlos a la boda

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas
a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo.
Mandó criados para que avisaran a los invitados a la boda, pero no quisieron ir.
Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Vengan a la boda."
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios;
los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos
y prendieron fuego a la ciudad.

Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los invitados no se la merecían.
Vayan ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encuentren, invítenlos a la boda."
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos.
La sala del banquete se llenó de comensales.
[Cuando el rey entró a saludar a los comensales,
reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?"
El otro no abrió la boca.
Entonces el rey dijo a los camareros: "Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes."
"Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos."]
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Reflexión para el 28º Domingo de tiempo ordinario, Ciclo A

Is 25, 6-10ª: El Señor preparará un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros
Salmo responsorial 22: Habitaré en la casa del Señor por años sin término
Flp 4, 12-14.19-20: Todo lo puedo en aquel que me conforta
Mt 22, 1-14: A todos los que encuentren, invítenlos a la boda
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Isaías canta con delicia la bondad, el cuidado y la protección de Yahvé.
Éstas cualidades se vuelven a tocar en el Salmo responsorial
como en la carta de Pablo a los cristianos de Filipos.
El Salmo muestra a Yahvé como pastor y anfitrión,
quién confía en Él lo siente a su lado, en el camino y en el descanso.
Pablo asegura a los cristianos de Filipo que Dios caminó a su lado toda su vida.
Esa seguridad quiere compartirla con los cristianos de la comunidad.

En el evangelio, Jesús muestra a un Dios universal, abierto,
que deja de ser exclusivo de los judíos. Mateo divide este pasaje en dos partes.
En la primera, al describir las acciones de un rey que quiere celebrar la boda de su hijo presenta el Reino de Dios. Los símbolos de autoridad asentados en Jerusalén,
giran ahora en torno a la autoridad de Jesús.

Para celebrar la boda de su hijo, el rey envía en dos oportunidades a sus “sirvientes”. Les manda notificar a los que ha invitado con anterioridad que el banquete está listo. Vengan, gocen, alégrense conmigo. En vez de eso, ellos reaccionan con desdén, indiferencia, desgano y gran violencia. Ante estas maldades, el Rey les retribuye con acciones similares. Los “siervos” simbolizan a los Profetas.

Ante esta negativa, el rey ordena a los siervos abrir la invitación a gente del “extremo de la calle” que eran tenida como falta de clase o comportamiento ético, aislados del goce de las clases altas, eran “malos y buenos”. Ellos sí responden con prontitud y gozo y la sala se llena de invitados. Es una llamada universal que borra todas las diferencias humanas y que reúne a todos en un mismo banquete gozoso. Con esto compara Jesús la voluntad salvífica sin límites de su Padre que aprovecha la hostilidad de los orgullosos para manifestarse.

La segunda parte abarca los vv. 11-14 y trae un cambio brusco de perspectiva.
Mateo toma el caso particular de los invitados al banquete y subraya la reacción de uno de los comensales. Esta parte comienza con la entrada del rey a la sala del banquete. Su entrada señala el juicio a cada uno de los invitados.

El estar adentro no da derecho automático a permanecer.
El invitado a participar del banquete debe aceptar el “vestido de fiesta”, en este caso, el don de la fe.
Este vestido es el que le falta a uno de los presentes, que aunque también invitado, no ha aceptado el ropaje adecuado,
“yo vengo como quiero, yo soy lo que soy”, no ha respondido con alegría al compromiso que acompaña a la llamada.

Su silencio ante la pregunta del rey, señala que no quiso ir por afecto al rey lo que hace ineficaz la llamada y motiva la condena del rey en un juicio instantáneo y decisivo que lo lanza a las tinieblas exteriores, donde hay llanto y rechinar de dientes. La tristeza de Yahvé ante Israel por haber rechazado la invitación se compara con la de los miembros de nuestras comunidades eclesiales que no son capaces de cumplir las exigencias de la fiesta. Los que no aceptan el amor de Dios, incapaces de producir fruto coherente con su confesión de fe, tiene el mismo destino que el que no responde.

Esta segunda parte es un llamado concreto a cada uno de los integrantes de la comunidad a tomar en serio la invitación que ya aceptaron con anterioridad. Los que responden y cumplen serán menos en número que los llamados. A Jesús no le importa el número sino la seriedad con que se debe tomar la decisión frente al Reino. Dios invita a todos a asistir al banquete de la fiesta de su Reino. El banquete del Reino es un don gratuito de Dios pero exige que cada invitado acepte su invitación de manera libre y generosa; que lleve una vida coherente con el significado de la invitación. Sólo con esas dos actitudes se puede conservar la gracia divina que aunque ilimitada nunca oprime ni reprime la libertad humana.
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Oración
Dios, Padre nuestro:
Te pedimos que tu gracia y tu luz
nos acompañen siempre,

que ellas nos hagan dispuestos
a obrar en todo momento
con justicia y con amor.

Quédate entre nosotros
y haz que siempre sepamos reconocerte presente
en todas las personas,

sin importar las clases sociales, credos, razas ni culturas.
Por Jesucristo.