lunes, 24 de julio de 2023

TOA - 20vo. Domingo - ¿Aceptamos a Dios en verdad? - Mt 15, 21-28

Existe la tentación de pensar que la gracia de Dios se nos da dividida y ordenada
como en los archivos de las oficinas, todo claro y ordenado, sin sorpresas,
que es sólo reservada para los elegidos temerosos de Dios, es sólo para "su" Pueblo.
Si en el pasado, como muchos de nuestros antepasados ​​judíos adoptamos este punto de vista, ahora necesitamos el mensaje universalista de Isaías:
- Dios quiere una casa de oración abierta para todas las naciones.
- Dios quiere que todos los seres humanos se salven;
- en la casa del Padre hay muchas mansiones. 

A veces las pérdidas nos pueden traer bendiciones.
El Padre celestial atrae a las personas hacia Él de formas extrañas e impredecibles.
Al igual que en una familia, la desgracia de un miembro puede servir para unir a los demás
en una nueva lealtad protectora.
Así, el rechazo a Nuestro Salvador Jesús por parte de los judíos
resultó en su aceptación más rápida en todo el mundo gentil. 
San Pablo dice en una parte profunda y difícil de su carta a los Romanos
que incluso las limitaciones y los pecados de la humanidad pueden volverse algo bueno:
"En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía,
para manifestarnos a todos su misericordia". 
Aún el peor de nuestros propios pecados pasados ​​no nos alejarán de Cristo,
solo nos muestran cuánto lo necesitamos y lo grande que es su misericordia. 

¿Por qué Jesús dice limitarse a "las ovejas perdidas de la casa de Israel"? 
¿No se preocupaba por la gente de otras naciones, como aquella mujer extranjera que suplicaba su ayuda? 
A pesar del aparente desprecio, ella no se rindió. 
Respondió con la respuesta perfecta: "¡también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos!" 
Jesús le responde elogiando su gran fe. 
Jesús usó un modismo popular en Israel para resaltar que su misión principal era la conversión de su propio pueblo.
Históricamente, esa era su tarea; revivir al Pueblo Elegido en la verdadera fe, 
para que éste, proporcione una "casa de oración para todas las naciones".
En realidad, durante toda su vida, Jesús recibió a los paganos que acudían a él;
y predijo que en el futuro "vendrán muchos de Oriente y Occidente, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios". 
Después de la Resurrección, Jesús les da a sus discípulos esa misma misión en todo el mundo, (Mateo 28:18). 

La fe cristiana debe extenderse como círculos expansivos, ondulantes, que se expanden en la superficie
como cuando una piedra cae en un estanque quieto.  Primero a los judíos, luego a los gentiles. 
Siempre listos para el contacto directo, el intercambio de confianza, el testimonio de una convicción pacífica,
que sobrelleva las cargas de los demás, aunque no sea suave nuestro camino de fe; a pesar de los contratiempos, los obstáculos,
las objeciones de personas más inteligentes, de acciones hostiles en contra de la libertad religiosa.
Debemos insistir en los valores evangélicos, ofrecer inspiración,
Igual que la mujer cananea con su determinación de hierro, su buen humor e ingenio.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOA - 20va. semana
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Primera lectura: Is 56, 1. 6-7 
Esto dice el Señor: “Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, 
porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. 

A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, 
a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, 
los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración. 

Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar, 
porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos’’. 
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Salmo Responsorial: Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8 (4) 
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. 
Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. 
R. Que te alaben. Señor, todos los pueblos. 

Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; 
con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. 
R. Que te alaben. Señor, todos los pueblos. 

Que te alaben. Señor, todos los pueblos que los pueblos te aclamen todos juntos. 
Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. 
R. Que te alaben. Señor, todos los pueblos. 
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Segunda lectura: Rom 11, 13-15. 29-32 
Hermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos,
y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio.
Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza
y logro salvar a algunos de ellos. Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo,
¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos?
Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.

Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia
con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes
y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzarán la misericordia de Dios,
también ellos la alcanzarán.
En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia. 
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Aclamación antes del Evangelio: Cfr Mt 4, 23
R. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.
R. Aleluya. 
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Evangelio: Mt 15, 21-28 
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón.

Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar:
“Señor, hijo de David, ten compasión de mí.
Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”.

Jesús no le contestó una sola palabra;
pero los discípulos se acercaron y le rogaban:
“Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”.
Él les contestó:“Yo no he sido enviado
sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo:
“¡Señor, ayúdame!” 
Él le respondió:
“No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. 
Pero ella replicó: Es cierto, Señor; pero también los perritos
se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. 
Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. 
Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
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TOA - 19vo. Domingo - ¿Por Qué Dudaste? - Mt 14, 22-33

Los evangelios revelan sus verdades año tras año.
Lo que vimos y entendimos acerca de Jesús el año pasado
se ha convertido en parte de nosotros.
Este año surge una nueva percepción
dependiendo de lo que haya ocurrido en nuestras vidas. 

La muerte de un familiar o amigo cercano cambia nuestra perspectiva. 
Jesús había oído hablar de la muerte de Juan el Bautista
y quería ir a un lugar solitario, retirarse.
Despide a la gente 
y les dice a los discípulos que suban al barco y se vayan.
Por fin está solo y "subió a las colinas solo para orar".
Leemos que a menudo oraba durante la noche. 
Entendemos su necesidad de estar solo,
no solo después de un gran día con la gente, miles de ellos,
sino de calmarse, de crear un espacio para él.
¿Qué él ha hecho? El ora. ¿Por qué oró? ¿Necesitaba orar? 

Las personas especiales que Dios elige, oran y tienen hambre de intimidad en su oración con Dios. 

Dios, inicia la relación, animando a las personas relacionarse de manera más profunda con él.
Dios nos toma en serio si lo tomamos en serio.
En lugar de tener una vida fácil, los hombres y mujeres santos generalmente tienen una vida exigente en la que su relación con Dios
se profundiza a través de "problemas". Se purifican, la vida de Dios en ellos los transforma, los diviniza. 

Los discípulos están en el bote y luchando en el lago, sus vidas como hombres simples han terminado.
Entonces la figura de Jesús se les acerca, poco antes del amanecer, aparentemente caminando sobre el agua. 
Gritan de miedo, están aterrorizados y él dice: '¡Ánimo soy yo! No tengas miedo.' 

¿Los dos discípulos de Emaús se preguntarían acaso que, 
si Jesús podía caminar sobre las aguas, debería haber podido salvarse de la muerte? 

Para nosotros, el corazón de la historia no se trata de la hazaña de caminar sobre el agua,
sino escuchar al Señor cuando estamos aterrorizados con esas palabras que nos calman y sosiegan: 
¡Ánimo! Soy yo. No tengas miedo». 

Pedro hace lo que mejor sabe, actúa con impetuosidad
y trata de caminar sobre el agua cuando Jesús lo invita a hacerlo.
Es un desastre, siente que se hunde, física, emotiva y espiritualmente.
A veces nosotros nos identificamos con ese sentimiento. 
Después de tomar a Pedro de la mano, las palabras de Jesús, hoy son las mismas para nosotros:
"Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" 

La tormenta cesó cuando él y Pedro subieron a la barca.
¿Qué hizo Judas con todo esto? Suponemos que Judas estaba con los otros discípulos
cuando Jesús realizó sus actos de bondad, misericordia y poder.
¡Sin embargo, aún pudo traicionarlo! ¿Cómo es eso posible?

Traducido y adaptado de la reflexión del Padre Columbano Gary Walker vive actualmente en la casa Columban en Sandgate, Brisbane.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, TOA Domingo 19
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Primera lectura: 1 Reyes 19, 9a. 11-13a 
Al llegar al monte de Dios, el Horeb, el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí.
El Señor le dijo: “Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor,
porque el Señor va a pasar”. 

Así lo hizo Elías 
y, al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado,
que partía las montañas y resquebrajaba las rocas; pero el Señor no estaba en el viento.
Se produjo después un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto.
Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego.
Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave.
Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva. 
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Salmo Responsorial: Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 (8) 
Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. 
Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. 
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia. 

La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, 
la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. 
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia. 

Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. 
La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. 
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia. 
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Segunda lectura: Rom 9, 1-5 
Hermanos: Les hablo con toda verdad en Cristo; no miento.
Mi conciencia me atestigua, con la luz del Espíritu Santo, que tengo una infinita tristeza,
y un dolor incesante tortura mi corazón. 

Hasta aceptaría verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos,
los de mi raza y de mi sangre, los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial,
la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas. 

Ellos son descendientes de los patriarcas; y de su raza, según la carne, nació Cristo,
el cual está por encima de todo y es Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén. 
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Aclamación antes del Evangelio: Sal 129, 5 
R. Aleluya, aleluya. 
Confío en el Señor, Mi alma espera y confía en su palabra. 
R. Aleluya. 
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Evangelio: Mt 14, 22-33 
En aquel tiempo, 
inmediatamente después de la multiplicación de los panes, 
Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca 
y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. 
Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. 
Llegada la noche, estaba él solo allí. 

Entretanto, la barca iba ya muy lejos de la costa, 
y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. 
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. 
Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron, 
y decían: “¡Es un fantasma!” 
Y daban gritos de terror. 

Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”

Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. 
Jesús le contestó: “Ven”. 
Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; 
pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!”
Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” 

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 
Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.
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domingo, 23 de julio de 2023

TOA - 18vo. Domingo - Hambre de Dios y de Pan - Mt 14, 13-21

Ayer como hoy las multitudes pobres no tienen nada para comer. 
Ayer como hoy, nuestro Señor Jesucristo sabe que la gente tiene otra hambre diferente a la del estómago. 
Mucha gente siguió a Jesús, escuchando cada palabra que decía, y en ninguna de los relatos dice que se quejaban porque no tenían comida para el cuerpo. Son los apóstoles quienes expresan esta preocupación, lo hacen en nombre de la gente. 

Ayer como hoy, Jesús mira a la multitud y siente pena. porque no tienen nada para comer. Las hambrunas en el mundo de hoy son tantas que parece no haber suficiente comida para el pobre. No es comida la que precisa la gente sino justicia y caridad que garantice una mejor distribución de la riqueza.

Jesús le pide a los apóstoles que alimenten a las personas, 
¡imposible! le responden. 
Pero Jesús les enseñó a ellos antes y a nosotros hoy, una lección básica:
“Lo que sea que tengas es suficiente. Dámelo y yo haré el resto. 
En Cana, todo lo que tenían era agua, y era eso  todo lo que necesitaba; Él haría el resto.
Cuando los apóstoles dice: "Solo tenemos unos cuantos panes y algunos peces, pero ¿qué es eso entre tantos?" se ven tentados de regresar los panes y los peces en la bolsa, pero Jesús les dice "dénmelos".

Hay poder en las acciones de Jesús cuando él ora. Se obra la misericordia y comienza a distribuir pan. Antes de llamar a Lázaro desde la tumba, Jesús oró con los ojos hacia el cielo y dijo: "Gracias, padre, porque me has escuchado". Fue su contacto constante con el Padre lo que inspiró sus acciones. 

En su bautismo en el Jordán había escuchado la voz del Padre que decía: "Este es mi hijo amado, en quien estoy muy complacido". Vivió constantemente con la aprobación del Padre, incluso cuando todos los demás lo rechazaron. ¡Qué lección es esta para todos nosotros!

Al enviar más tarde a sus apóstoles les pide que alimenten a los hambrientos. Jesús vino "a hacer y enseñar". Él mismo alimentó a los hambrientos y luego envía a sus discípulos a hacer lo mismo.

Es un escándalo que una parte tan grande del mundo de hoy esté compuesta de personas hambrientas. La mayoría de nosotros tenemos más de lo que necesitamos de dinero, ropa, comida, etc. Es posible que no tengamos tanto como queremos, pero tenemos más de lo que necesitamos. Aquí hay una lucha y hay una tensión de la que no se puede escapar. Hoy resuenan en nuestros oídos las palabras de Jesús "lo poco o mucho que hagas será cómo si lo hicieras conmigo". Mis decisiones como Cristiano me confrontan con esas palabras de Jesús. El cristianismo es mucho más que solo rezar, es sobre todo un llamado a la acción, a hacer lo que Jesús haría. No puedo leer el evangelio de hoy y permanecer indiferente o distante frente a las necesidades del pobre.

"Es dando cuando recibimos lo mejor, es donándonos cuando nos salvamos". La felicidad cristiana se alcanza cuando entregamos nuestras vidas, lo que somos y tenemos por el otro, entonces descubrimos que no estamos perdidos. Nunca sabré el verdadero alcance de esa felicidad hasta que intente donarme. Debemos ir más allá de la admiración de los santos y estar dispuestos a imitar y seguir su ejemplo. El cristianismo se trata de dar testimonio, y en el testimonio está la invitación a "ir y hacer lo mismo". 

Lo opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia. Si Dios es amor y yo soy indiferente, entonces debo examinar seriamente dónde está Dios en mi vida. Esta es una pregunta fundamental y básica que debe formularse y debe responderse.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOA - Domingo XVIII
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Primera lectura: Is 55, 1-3
Esto dice el Señor: “Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua;
y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman;
tomen vino y leche sin pagar.

¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?

Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos.
Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán.
Sellaré con ustedes una alianza perpetua,
cumpliré las promesas que hice a David’’.
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Salmo Responsorial: Salmo 144, 8-9. 15-16. 17-18 (16)
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas. 
R. Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.

A ti, Señor, sus ojos vuelven todos
y tú los alimentas a su tiempo.
Abres, Señor, tus manos generosas
y cuantos viven quedan satisfechos. 
R. Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.

Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. 
R. Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.
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Segunda lectura: Rom 8, 35. 37-39
Hermanos: ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo?
¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre?
¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?

Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado;
pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios,
ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo,
ni creatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 4, 4b
R. Aleluya, aleluya.
No sólo de pan vive el hombre,
sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, 
subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. 
Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. 
Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.

Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: 
“Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”. 
Pero Jesús les replicó: “No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”. 
Ellos le contestaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. Él les dijo: “Tráiganmelos”.

Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. 
Tomó los cinco panes y los dos pescados, 
y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes 
y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. 
Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. 
Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
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TOA - 17mo Domingo - La Perla más Preciosa - Mt 13, 44-52


Muchos que hemos nacido o crecido en el campo sabemos del gran amor que un agricultor tiene por su campo, por su tierra. Sabemos también que esperar a que produzca no es la respuesta, nuestros  mejores años pueden ser desperdiciados en la espera. Hoy en día, muchos hijos nunca aprenden de los errores de sus padres.

Mario Romero Perez era un pequeño empresario peruano que en medio de la crisis más alta de la pandemia en Lima decidió no subir el precio de su oxígeno, decía que "cada uno debe ser responsable de sus actos". Esos valores los aprendoió de sus padres. El buen hombre acaba de fallecer de covid y su acción aprendida de sus padres le ha valido ser reconocido como un héroe civil del Perú" Sólo el amor puede garantizar la seguridad y la atención en los años en declive. 
Las posesiones solo proporcionan la ilusión de seguridad.

Otros que han hecho su riqueza a costa del sufrimiento del hermano, tienen sus propias propiedades de las que solo la muerte puede separarlos. Se aferran a ellas tan enfermizamente que terminan esclavizados por ellas. Toda su vida ha girado en torno a la propiedad y riqueza, estatus y prestigio o poder e influencia y se olvidaron de vivir y disfrutar la vida en su más profunda riqueza. No hay nada más patético que una reina de belleza envejecida que se niega a aceptar los estragos del tiempo en su rostro y en su cuerpo.

Le preguntó Dios a Salomón“Qué te gustaría que te diera como regalo ahora que vas a ser rey”. Salomón contestó: "Dale a tu siervo un corazón para entender cómo discernir entre el bien y el mal".

Es el tipo de regalo que todos necesitamos. Las posesiones vienen en muchas formas. No es tanto de estas posesiones de las que deberíamos deshacernos, sino del demonio de la posesión misma que debería ser exorcizado. 

La pobreza se ha convertido en una mala palabra en el mundo en que vivimos. No debemos olvidar que la pobreza es también una virtud cristiana. No es casualidad que Cristo comenzó su Sermón del Monte con "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". O que la única condición para sus seguidores es que "dejen todas las cosas". O que el joven rico debería haber fallado todo porque falló esta prueba, "porque tenía grandes posesiones". O que la perla de la parábola de hoy solo puede comprarse "vendiendo todo lo que posee". Es un renovarse desaciéndese de lo viejo, de lo pasado, de lo que nos ata y esclaviza.

El problema con la mayoría de las personas es que quieren tener la felicidad y el amor sin arriesgarse a compartir y a amar. Ya que soy el mejor, todo lo mejor para mí, el nosotros queda fuera de su vocabulario. 

Hay una perla para todos, pero para adquirirla hay que sacrificar algunas cosas y seguridades, hay un precio que todos debemos pagar para tenerla. 

Este precio está adaptado a cada circunstancia individual. El desapego es ese precio, debemos aprender a poder alejarnos de lo que más apreciamos sin tener que mirar atrás con pesar. Mario Romero adquirió su perla y ahora lo va a disfrutar para siempre. Muchos hemos decidido compartirnos y así obtener la perla de mejor valor: la vida eterna.  

Nuestra tragedia NO es que no podamos encontrar la perla, 
sino que NO estamos dispuestos a pagar el precio.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Tiempo Ordinario A - Semana 17
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Primera lectura: 1 Reyes 3, 5. 7-12
En aquellos días, el Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: “Salomón, pídeme lo que quieras, que yo te lo daré”.

Salomón le respondió: “Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, 
porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. 
Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, 
porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. 
Sí; tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. 
Pero yo no soy más que un muchacho y no sé cómo actuar. 
Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. 
Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo 
y distinguir entre el bien y el mal. 
Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?”

Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: 
“Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, 
sino sabiduría para gobernar, yo te concedo lo que me has pedido. 
Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. 
Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido: 
tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar contigo”.
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Salmo Responsorial: Salmo 118, 57 y 72. 76-77. 127-128. 129-130 (97a)

A mí, Señor, lo que me toca es cumplir tus preceptos.
Para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y plata.
R.  Yo amo, Señor, tus mandamientos.
Señor, que tu amor me consuele, conforme a las promesas que me has hecho.
Muéstrame tu ternura y viviré, porque en tu ley he puesto mi contento.
R.  Yo amo, Señor, tus mandamientos.
Amo, Señor, tus mandamientos más que el oro purísimo;
por eso tus preceptos son mi guía y odio toda mentira. 
R.  Yo amo, Señor, tus mandamientos.
Tus preceptos, Señor, son admirables, por eso yo los sigo.
La explicación de tu palabra da luz y entendimiento a los sencillos.
R.  Yo amo, Señor, tus mandamientos.
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Segunda lectura: Rom 8, 28-30
Hermanos: Ya sabemos que todo contribuye para bien de los que aman a Dios, 
de aquellos que han sido llamados por él según su designio salvador.

En efecto, a quienes conoce de antemano, los predestina para que reproduzcan en sí mismos 
la imagen de su propio Hijo, a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 
A quienes predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienes justifica, los glorifica.
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Aclamación antes del Evangelio: Cfr Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 13, 44-52
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
“El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. 
El que lo encuentra lo vuelve a esconder, 
y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también
a un comerciante en perlas finas que, 
al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.

También se parece el Reino de los cielos 
a la red que los pescadores echan en el mar 
y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, 
los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; 
ponen los buenos en canastos y tiran los malos. 
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. 
Allí será el llanto y la desesperación.

¿Han entendido todo esto?’’ 
Ellos le contestaron: “Sí”. 
Entonces él les dijo: 
“Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia,
que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.
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O bien: Mt 13, 44-46
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
“El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. 
El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, 
va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, 
al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra’’.
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Reflexión 2

Con nuestra terquedad de hacer sólo lo que queremos y pensamos que es lo verdadero, muchas veces sembramos amargura y frustración en los hijos cuyos mejores años se desperdician en espera y odian nuestros proyectos que nunca harán suyos. O cuando los educamos dándole todo y de todo en demasía, criamos hijos que no va a estar dispuestos a aprender de los errores de sus padres.

Sólo con los golpes que nos asesta la vida, aprendemos que las posesiones nos proporcionan sólo la ilusión de seguridad y éxito y que el amor es lo único que puede garantizar la seguridad y la atención en los años en declive.

En una u otra etapa de la vida, todos somos tentados a aferrarnos a las cosas por un sentido si la seguridad. Adquirimos cosas y las posesionamos tanto que sólo la muerte puede separarnos de ellas. 

Puede ser propiedad y riqueza, estatus y prestigio o poder e influencia. Puede ser el sentido de la importancia que viene de estar a cargo, o un estatus y una reputación a la que ya no podemos estar a la altura. 

"Pídeme lo que quisieras que te de", dijo Dios a Salomón; Y el joven rey respondió: "Da a tu siervo un corazón para discernir entre el bien y el mal". Esa sabiduría es el tipo de regalo sustancial que todos necesitamos. Salomón no oró por la riqueza o el esplendor. 

De todo lo que acumulamos, son tantas las cosas de las que debemos librarnos, como la lujuria de la posesión misma, porque la pobreza suele ser un término tan negativo, que los pobres son a menudo despreciados y ninguneados. No hay que dejar que una hambruna africana o un desastre lejano nos hagan olvidar que la pobreza también se nombra como una bienaventuranza. No es casualidad que Cristo comenzó su Sermón de la Montaña con "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". Esto debe conducirnos finalmente a "dejar todas las cosas" y a no depender de ellas. 

Ojalá que los jóvenes ricos de nuestro tiempo puedan preguntarse podría preguntarse por lo que él o ella podría dar, para ganar la verdadera perla preciosa y de gran precio. 

Con la humanidad como objetivo último de nuestras vidas obtenemos lo mejor y a la vez la hacemos mejor. Nuestro servicio por las causas que alivian el sufrimiento humano nos dan lo más precioso que Dios creó, un amor y aprecio por el ser humano, saber que todas las personas somos perlas de gran valor ante Dios y que lo que hagamos por otros nos permite deshacernos de todo lo que no tiene valor y hace nuestras vidas miserables. La persona es la Perla más preciosa en todo el planeta.

Esa es la perla preciosa a nuestro alcance, todos y todas podemos pagar ese precio y ganarla. Esa perla que nos hace ser capáces de dejar lo que nos ata a las cosas sin mirar hacia atrás con pesar. A menudo nuestro dilema no es que no podemos encontrar la perla, sino que no estamos dispuestos a pagar el precio de la perla que Jesús nos ofrece.

TOA - 16vo Domingo - Tiempo para crecer - Mt 13, 24-30

Hubo personas en los tiempos de Nuestro Señor que querían que él separara también lo malo de lo bueno.
Los que reclamaban el terreno moral eran los fariseos que significa "los separados". 
Incluso Juan el Bautista esperaba que Jesús lo hiciera, con solo gente santa a su alrededor.
Juan predijo que Nuestro Señor separaría la paja del trigo. 
Én Mt 3:12, Juan dijo: “Reunirá su trigo en su granero; pero la paja la quemará en un fuego que nunca se apagará ".
Pero, Nuestro Señor no lo hizo. Juntó todo tipo de personas a su alrededor, habían eruditos, ignorantes, buenos, malos, 
recaudadores de impuestos,  prostitutas, etc. Los "santos" decían: ¿Por qué los tiene? ¿Por qué no los elimina?

Todo buen jardinero sabe que el desmalezado puede ser una amenaza para la vida de las plántulas jóvenes. Primero hay que identificar cuál es cuál, por eso, las malezas se dejan hasta que se puedan reconocer las plántulas. Incluso entonces, eliminar la mala hierba puede ser una amenaza  mayor ya que podría cortar el sistema de raíces de las plántulas llevándosela con ella.

Con los seres humanos es aún más arriesgado. "Eliminar" no garantiza el éxito del proyecto, aún así, muchos desarrollan pasión por eliminar. Setenta años después de la solución final de Hitler, la horrenda eliminación de seis millones de judíos en campos de concentración, los serbios intentaron en Bosnia la brutal política de "limpieza étnica", lo hizo la segregación racial en USA o el apartheid en Sudafrica.

Lo hacen hoy los fanáticos judíos con los palestinos. La raza, la religión, el color, el sexo y la política se usa aún para identificar las malas hierbas de la sociedad. El control sobre la naturaleza les da  instrumentos nuevos y siniestros para eliminar, segregar, oprimir, torturar y desaparecer. 

El niño no nacido, la semilla de la vida está amenazado con el aborto. Al final de la vida, se propone la eutanasia como la solución para los viejos, los mutilados, los imperfectos, los incurables y los agobiantes. La eliminación continúa sin remordimientos a lo largo de la vida. El hacha para discapacitados se institucionaliza, los delincuentes son penalizados, los desviados son excluidos y los pobres son excluídos y oprimidos.

La eliminación, es tentación no solo de burocracias sin rostro, lo fue de los apóstoles Santiago y Juan queriendo bajar fuego para acabar con los samaritanos (Lc 9, 51-56). Hoy lo es para muchos de nosotros mismos. Somos agudos detectando indeseables, alborotadores, inadaptados. Muchos santos pudieron ser eliminados por imperfectos. Después de su triple negación, Pedro debió ser separado por fallar la prueba de liderazgo. Podría preguntarse por qué Cristo nunca eliminó a Judas. La iglesia también falló cuando cayó en la intolerancia, condenó, oprimió y mató.
Hoy lo hacen los estados y grupos fanatizados. Como si los anatemas fueran una moda. Los viejos hábitos opresores se resisten a morir.

La parábola de las malezas es muy simple y, sin embargo, muy ignorada. A la pregunta "¿Quieres que vayamos y lo eliminemos?" la respuesta de Jesús es un "no" categórico, porque solo Dios tiene ojos suficientemente exigentes y dedos suaves y gentiles y corazón misericordioso para este trabajo. Eliminar es prerrogativa de Dios. La vida sería mucho mejor para todos, si tan solo se la dejáramos a él.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, XVI Domingo Ordinario - TOA
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Primera lectura: Sab 12, 13. 16-19
No hay más Dios que tú, Señor, que cuidas de todas las cosas.
No hay nadie a quien tengas que rendirle cuentas de la justicia de tus sentencias.
Tu poder es el fundamento de tu justicia,
y por ser el Señor de todos, eres misericordioso con todos.

Tú muestras tu fuerza a los que dudan de tu poder soberano
y castigas a quienes, conociéndolo, te desafían.
Siendo tú el dueño de la fuerza,
juzgas con misericordia y nos gobiernas con delicadeza,
porque tienes el poder y lo usas cuando quieres.

Con todo esto has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano,
y has llenado a tus hijos de una dulce esperanza,
ya que al pecador le das tiempo para que se arrepienta.
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Salmo Responsorial: Salmo 85, 5-6. 9-10. 15-16a (5a)
Puesto que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu nombre invoca,
escucha mi oración y a mi súplica da repuesta pronta.
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.

Señor, todos los pueblos vendrán para adorarte y darte gloria,
pues sólo tú eres Dios, y tus obras, Señor, son portentosas.
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.

Dios entrañablemente compasivo, todo amor y lealtad, lenta a la cólera,
ten compasión de mí, pues clamo a ti, Señor, a toda hora.
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
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Segunda lectura: Rom 8, 26-27
Hermanos: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene;
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir,
porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.
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Aclamación antes del Evangelio: Cfr Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 13, 24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la muchedumbre:
“El Reino de los cielos 
se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 
pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. 
Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga,
apareció también la cizaña.
Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 
‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? 
¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ 
El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. 
Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’ 
Pero él les contestó: 
‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. 
Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha 
y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: 
Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, 
y luego almacenen el trigo en mi granero’ ”.

Luego les propuso esta otra parábola:
“El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto.
Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas
y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”.

Les dijo también otra parábola:
“El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer 
y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”.

Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía,
para que se cumpliera lo que dijo el profeta:
Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

Luego despidió a la multitud y se fue a su casa.
Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”.

Jesús les contestó:
“El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, 
la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, 
el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, 
y los segadores son los ángeles.

Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: 
el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino
a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido.
Allí será el llanto y la desesperación.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga’’.
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O bien: Mt 13, 24-30
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En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre:
“El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 
pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó.
Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.

Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 
‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ 
El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. 
Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’
Pero él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. 
Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: 
Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; 
y luego almacenen el trigo en mi granero’ ”.
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TOA - 15vo. Domingo - La gloria que se nos revelará: Mt 13, 1-9

Escuchamos siempre sobre cómo la lluvia y la nieve, cae del cielo y empapa la tierra, se elevan hacia el cielo como plantas, flores y árboles.
La inspiración divina es la lluvia y la nieve, nuestras vidas inspiradas son las plantas florecientes.

Esta imagen concluye la gran sección de Isaías 40-55, una de las publicaciones más sublimes del Antiguo Testamento.
Él tiene una gran esperanza para el futuro de la humanidad.

Cuando San Pablo explica los grandes regalos y privilegios que nos trae la gracia, dice también que recibimos el espíritu de adopción, se nos da el espíritu de herederos y coherederos con Cristo.

Reaviva nuestra esperanza cuando dice: "si sufrimos con él, seremos glorificados con él".

En la segunda lectura, se nos dice que con Cristo, todo habrá valido la pena. "Creo que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos será revelada". Por el don y las acciones del Espíritu que renueva a los seres humanos de adentro hacia afuera, Dios nos regala, nos da nuestros cuerpos resucitados, y entonces nos hacemos semejantes a Cristo. Él será el primogénito, el hermano mayor de la familia, y todos seremos su imagen.

¿Pero es eso todo lo que Dios quiere hacer en el mundo: poner una humanidad perfeccionada en una creación arruinada? Si es así, habría un choque constante entre la humanidad restaurada y la creación sin restaurar. Entonces, nuestro Creador ha puesto su corazón no solo en esta maravillosa renovación de la humanidad rebelde, sino en toda la creación.

Cuando Pablo dice "Creo", comparte su conclusión sobria y reflexiva. No es un pensamiento transitorio y caprichoso de un momento de fervor emocional elevado. Es su juicio sobrio y reflexivo: "Que los sufrimientos de la actualidad [que los creyentes deben soportar en unión con Cristo] no son dignos de ser comparados con la gloria que nos será revelada". Nuestros sufrimientos actuales palidecerán a la luz de la gloria que será nuestra.

Al tratar de describir esa gloria, el enfoque de Paul cambia. Toda la creación contribuye a nuestro elevamiento y perfeccionamiento espiritual. "Porque la sincera expectativa de la creación espera la revelación de los hijos de Dios". Los hijos de Dios serán mostrados como  realmente son: creaturas preciosas de Dios, para reflejar perfectamente la semejanza a Cristo pero con espíritus perfeccionados y cuerpos resucitados y glorificados que compartirán la vida misma de la gloria de nuestro Señor.
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Lecturas Bíbicas en Lenguaje Latinoamericano, 15vo Domingo TOA
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Primera lectura: Is 55, 10-11
Esto dice el Señor: “Como bajan del cielo la lluvia y la nieve
y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer,
así será la palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”.
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Salmo Responsorial: Salmo 64, 10abcd. 10e-11. 12-13. 14 (Lc 8,8)
Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riqueza.
Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias.
R. Señor, danos siempre de tu agua.

Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrones,
reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos.
R. Señor, danos siempre de tu agua.

Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia,
están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas.
R. Señor, danos siempre de tu agua.

Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan.
Todo aclama al Señor. Todo le canta.
R. Señor, danos siempre de tu agua.
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Segunda lectura: Rom 8, 18-23
Hermanos: Considero que los sufrimientos de esta vida
no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros;
porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia,
la revelación de esa gloria de los hijos de Dios.

La creación está ahora sometida al desorden,
no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió.
Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza:
que también ella misma, va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción,
para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto;
y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu,
gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios,
la redención de nuestro cuerpo.
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Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo;
todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 13, 1-23
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba
y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente,
que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó,
mientras la gente permanecía en la orilla.

Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, 
unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; 
pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena 
y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. 
El que tenga oídos, que oiga.”

Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: “¿Por qué les hablas en parábolas?”
Él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no.
Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará.
Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.

En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice:
Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; 
porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, 
con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. 
Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.

Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen.
Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron
y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.

Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador.

A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón.
Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría;
pero, como es inconstante, no la deja echar raíces,
y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra,
pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra,
la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta’’.
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O bien: Mt 13, 1-9
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Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba
y se sentó a la orilla del mar.
Se reunió en torno suyo tanta gente,
que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó,
mientras la gente permanecía en la orilla.

Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, 
unos granos cayeron a lo largo del camino;
vinieron los pájaros y se los comieron. 
Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; 
ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; 
pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron,
y como no tenían raíces, se secaron. 
Otros cayeron entre espinos,
y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. 
Otros granos cayeron en tierra buena 
y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. 
El que tenga oídos, que oiga”.
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TOA - 14vo. Domingo - Volviendo a ser como niños - Mt 11, 25-30

Volviendo a ser como niños

“Pon tu mano en la mano del hombre de Galilea” era el estribillo de una canción popular de los años 70 (Put your hand in the hand. De Gene MacLellan, 1971- la hizo popular el grupo “Ocean” con su entonces cantante Janice Morgan) y era cantada en muchos grupos parroquiales católicos.

Poner la mano en la de otra persona es un gesto de intimidad, muy común entre los niños con sus padres. A un padre o una madre amorosos, un hijo le dará la mano sin cuestionar, con total confianza.
Sosteniendo la mano de su padre, no hay ningún lugar donde el niño no se aventure.
No sólo está dispuesto a ser conducido, sino que quiere positivamente que lo lleven a alguna parte.

En algún momento del proceso de crecimiento, superamos nuestra dependencia de nuestros padres
y, habiendo perdido la necesidad de su guía, incluso Dios puede volverse remoto para nosotros.

Solo los que son niños de corazón entienden completamente lo que Jesús nos dice acerca de Dios:
que Dios se revela a sí mismo a los que son “simples como los niños”.

Crecer significa dejar de ser dependiente.
Pero a veces cambiamos la dependencia de un niño con las personas por la dependencia de un adulto de las cosas,
como el dinero, el alcohol, el éxito y la influencia.
Pero estos accesorios son notoriamente volubles y el mundo de los adultos a menudo está plagado de estrés y ansiedad.
Nuestros apoyos pueden proporcionar un alivio temporal,
pero aún pueden dejarnos, como dice Jesús, "trabajando y agobiados"; trabajando bajo ilusiones de grandeza y abrumados por objetivos poco realistas.

La carga más pesada que debemos llevar es la de nuestras propias ambiciones insatisfechas,
la carga de nuestros egos magullados.

Sólo un retorno a la humildad puede restaurar nuestra inocencia perdida y nuestro paraíso perdido,
esa honesta humildad que acepta nuestra condición de criaturas, nuestra condición de hijos ante Dios. 
Para gozar de la paz de Cristo debemos “poner nuestra mano en la mano del galileo”,
 que nos guía en el camino de la vida y nos ayuda a encontrar el camino a casa.

“Vengan a mí”, nos dice, “todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar”.
A pesar de todos nuestros problemas, confiamos en él cuando dice, mi yugo es fácil y mi carga ligera.

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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOA - XIV Domingo Ordinario
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Primera lectura: Zac 9, 9-10

Esto dice el Señor: “Alégrate sobremanera, hija de Sión;
da gritos de júbilo, hija de Jerusalén;
mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso,
humilde y montado en un burrito.

Él hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra,
y de Jerusalén, los caballos de combate.
Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones.
Su poder se extenderá de mar a mar
y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra’’.
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Salmo Responsorial: Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14 (1)

Dios y rey mío, yo te alabaré,
bendeciré tu nombre siempre y para siempre.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarte.
R. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

El Señor es compasivo y misericordioso,

lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas.
R. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

El Señor es siempre fiel a sus palabras,
y lleno de bondad en sus acciones.
Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
R. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

Que te alaben, Señor, todas tus obras,
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
R. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
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 Segunda lectura: Rom 8, 9. 11-13

Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.

 Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.

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 Aclamación antes del Evangelio: Cfr Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
R. Aleluya.
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 Evangelio: Mt 11, 25-30

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

 El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. 

Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre
sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

 Vengan a mí, todos los que están
fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. 

Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí,
que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera’’.

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