viernes, 15 de septiembre de 2017

TOA - La Cruz Exaltada - Domingo 24 - Juan 3, 13-17

Números 21, 4b-9 Miraban a la serpiente de bronce y quedaban curados
Salmo responsorial 77: No olviden las acciones del Señor.
Filipenses 2, 6-11: Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo
Juan 3, 13-17 Tiene que ser elevado el Hijo del hombre


La lectura del libro de los Números, nos sitúa junto al pueblo de Israel en el camino hacia la tierra prometida, saliendo de la esclavitud y caminando en libertad hacia la libertad. El hambre y la sed hacen que el pueblo murmure contra Yahvé y contra Moisés.

La murmuración es el gran pecado que muestra la desconfianza en el amor y el poder de Dios: Este nos saca de nuestra seguridad y nos lleva a través de la inseguridad pero sintiéndolo a nuestro lado. Su desconfianza atrae sobre ellos el castigo: desesperación y muerte.

El castigo le hace entrar en razón, se arrepienten y piden perdón y clemencia, Moisés una vez más, intercede ante Dios por ellos. Yahvé los cura a través de un signo visible, la serpiente de bronce elevada sobre un mástil, sana a todos los mordidos que la miran. San Juan el evangelista vio en la serpiente alzada la figura de Cristo levantado en la Cruz y Resucitado. El verbo "levantar" es sinónimo de "resucitar".

San Pablo nos habla del dinamismo de vida de Jesús: Baja del cielo, se despoja de su rango, toma la condición de esclavo, al hacerse humano experimenta todo, incluso a la muerte, y una muerte de cruz, resucita y regresa a donde vino. Tanto para San Juan como para San Pablo, Jesús preexiste en la intimidad del Padre y es igual a Él, uno con Él y es Dios como Él. Jesús baja del seno del Padre y se hace carne, por puro amor a nosotros, para darnos la vida abundante.

En el fragmento del evangelio que hoy leemos, Juan hace alusión al relato de la serpiente de bronce elevada por Moisés en el desierto (Núm 21,8s). El evangelista lo retoma para compararlo con la manera como el Hijo del Hombre fue levantado en la cruz. La palabra “levantar” es usada en dos sentidos: a) la elevación en la cruz y b) la elevación a la derecha del Padre, la tradición cristiana la traduce por "exaltación”.

Juan muestra que la crucifixión es el momento culminante de la vida de Jesús; es la "hora” de su glorificación, allí muere para luego resucitar. La “exaltación” es el tránsito de Jesús del mundo hacia el Padre, es la Pascua salvadora en que Jesús es glorificado. El verdadero sentido es que se trata de la exaltación de Jesús, más que de la cruz. La cruz el signo del gran amor de Jesús para con toda la humanidad. Por eso, el evangelio insiste en que Jesús no vino a juzgar, condenar o acabar el mundo, por el contrario, vino a dar testimonio de que el amor es el camino seguro que conduce a la resurrección.

Jesús nunca tuvo una actitud masoquista. Como humano de su tiempo, no amó la cruz por sí misma, la verdad es que hasta quiso evitarla. Tampoco El Padre era un Dios sádico, que lo envió a la muerte y una muerte de cruz para su propia satisfacción.

Tampoco vemos allí “el plan de Dios”, la voluntad divina; ni la acción expiadora para “aplacar” al “enojado” Eterno Padre, que canceló sus trato con la humanidad por un pecado original cometido por la “primera pareja”. Jesús no sufre ni muere en la cruz para ofrecer a Dios Padre ese sufrimiento violento en nombre de la humanidad, muere por fidelidad amorosa a la misión encomendada y por amor a la humanidad.

La cruz es ese signo supremo del amor consecuente y de la coherencia de Jesús con su misión. Es el signo central de la salvación ofrecida por el padre, aceptada por el hijo y compartida por el Espíritu Santo. Es la salvación obtenida desde el cielo de un Mesías redentor, es expiación gratuita en la cruz, es recuperación y renacimiento de la humanidad en la tierra. Jesús, nunca supo de las expectativas que nuestro hoy, Él vivió su presente y como humano nunca quiso morir para expiar un pecado original.

Predicó su Evangelio como Buena Noticia liberadora para los oprimidos, y puso en tela de juicio el poder injusto. Por su sacrificio humilde, su instrumento de tortura se ha convertido hoy para nosotros en signo de amor y liberación. Lo que fue su abajamiento se convirtió en exaltación. En la cruz nos mostró que su amor no tenía límites y que ni siquiera el miedo a la muerte podía hacerle retroceder en su compromiso por la salvación de todos.

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Lecturas en lenguaje Latinoamericano - Domingo 24 -TOA - Fiesta de la exaltación de la Cruz

Números 21, 4b-9 
Miraban a la serpiente de bronce y quedaban curados
En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: "
¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto?
No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo."
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti;
reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo,
y el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte:
los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla."
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte.
Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Salmo responsorial 77 / R: No olviden las acciones del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclinen el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado.
R: No olviden las acciones del Señor.

Cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca, el Dios Altísimo su redentor.
R: No olviden las acciones del Señor.

Lo adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él, ni eran fieles a su alianza.
R: No olviden las acciones del Señor.

Él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor.
R: No olviden las acciones del Señor.

Filipenses 2, 6-11: Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario,
se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Juan 3, 13-17 Tiene que ser elevado el Hijo del hombre
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
"Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre,
para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único
para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."

Oremos:
Oh Dios, creador del ser humano,
fundamento de la Existencia, del Amor y de la Gracia;
acrecienta en nosotros y nosotras la conciencia
de que nuestros actos están fundados en tu Amor.

Tú diste tu vida en el terrible altar de la Cruz
por fidelidad amorosa a la misión encomendada por el Padre
y por ese inagotalbe amor a la humanidad.

Ayúdanos a optar radicalmente por el Bien y por el Amor,
para que vivamos libres de toda culpabilidad malsana.

Transmítenos el entusiasmo divino
para encontar nuestra plenitud y descanso solo en Ti,
que eres el Amor, la Reconciliación y la Gracia.