lunes, 13 de junio de 2022

TOA - Fiesta de Pentecostés - Jn 20,19-23

Celebramos hoy la fiesta solemne de Pentecostés cincuenta días después de la Pascua. 
Fiesta del Espíritu Santo y la «inauguración» de la misión de la Iglesia.

Hch 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Salmo responsorial 103: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra
1Cor 12,3b-7.12-13:
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Jn 20,19-23: Reciban el Espíritu Santo


La primera lectura de los Hechos es una construcción de San Lucas
que quiere explicar la razón por la que los discípulos, como Jesucristo, tienen el poder para hacer las maravillas que ellos hacen.

Para eso, Lucas recoge la «fiesta de las semanas» del antiguo Israel
que celebraba la conmemoración de la llegada del pueblo al Sinaí
donde Yahvé le entrega las tablas de la Ley a Moisés
en medio de truenos relámpagos y viento huracanado. 

Los elementos simbólicos del Sinaí y de Pentecostés,
son elementos simbólicos de gran resonancia cósmica
donde se que manifiestan la intervención renovadora de Dios
en la historia humana.

En su carta a los Corintios, Pablo resalta la acción del Espíritu
en la vida de los creyentes y en la construcción de la Comunidad eclesial.

El Espíritu une la misión de la Iglesia a la misión de Jesús. 

Pablo sabe de las divisiones al interior de esta comunidad,
por eso insiste que los dones, los carismas,
los ministerios y los servicios vienen de un mismo Espíritu.
Dice que todos los carismas, dones y ministerios
están en función del crecimiento de la Iglesia. 

La acción del Espíritu cualifica la misión de la Iglesia en el mundo 
y no sólo para la santificación individual. 

En el Evangelio, Juan presenta dos escenas contrastantes.
1) Los discípulos encerrados en una casa, llenos de miedo y al anochecer.
2) Jesús que entra, les comunica la paz, les muestra sus heridas como signo de su presencia real, 
    los llenan de alegría y les comunica el Espíritu que los hace listos para la misión.

Jesús cambia su miedo, oscuridad, encierro y aislamiento en: paz, alegría y envío misionero.  El Espíritu con su acción misteriosa transforma al creyente y a la comunidad. Hace que la Resurrección, ascensión, irrupción del Espíritu y la misión eclesial se muestren íntimamente articuladas.

Estos no son momentos aislados e indivuduales son momentos  grupales, simultáneos, progresivos y dinamizadores en la comunidad creyente.

Jesús promete a sus discípulos que pronto regresará, que nos les dejará solos y ¡cumple! Les dijo que el Espíritu Santo de Dios les ayudará a entender todo lo que él les anunció y ¡eso sucede! 

Al soplar sobre ellos como Dios sopló para crear al ser humano, Jesús les comunica el Espíritu que todo lo crea y lo hace nuevo.
Ellos son las personas nuevas de la creación restaurada por la entrega amorosa de Jesús. 

- Con la irrupción del Espíritu Santo en la historia humana comienza una nueva forma de experimentar a Dios.
- Pentecostés es el comienzo de la etapa definitiva en la historia de la salvación.
- Es el comienzo de la predicación del evangelio por parte de la Iglesia apostólica. 
- El Espíritu empuja la Iglesia más allá de las fronteras geográficas, sociales y culturales y todos entienden el mensaje 
   en su propia lengua. Todos los pueblos hasta entonces conocidos indican que el mensaje evangélico es universal.
- Se hace en comunidad, cuando los discípulos están reunidos, y su anuncio inaugura una nueva comunidad.

A veces, la violencia, injusticias, miseria y la corrupción de la sociedad nos llenan de desesperanza, miedo y desaliento. No vemos salidas y nos encerramos en nosotros mismos, en nuestros asuntos individuales y olvidamos del gran asunto de Jesús. De repente, Él irrumpe en nuestro interior, traspasa las puertas del corazón e ilumina el entendimiento para comprender que no nos ha abandonado, que sigue presente en la vida del creyente, en la comunidad y en el mundo.

Lo reconocemos actuando en muchas personas y organizaciones que luchan contra todas las formas de pecado que nos deshumanizan y alienan. El Espíritu de Dios sigue actuando en la historia aunque no lo percibamos porque lo hace en silencio.  Muchas veces no lo sentimos porque actúa en forma muy sencilla a través de gestos que pueden pasar desapercibidos. La prisa y preocupación diaria nos impide escucharlo y reconocerlo. Hay que procurar un tiempo de oración más profunda, tratando de escuchar las mociones que el Espíritu suscita en mí, en mi comunidad y en el mundo, en el compromiso del amor, de la atención a los pobres.


Oración
Dios nuestro, Espíritu inasible, Luz sobre toda luz,
Amor que está en todo amor, Fuerza y Vida 
que alienta en toda la Creación:
derrámate hoy de nuevo sobre toda la Creación 
y sobre todos los pueblos,
para que buscándote más allá
de los diferentes nombres
con que te invocamos, 
podamos encontrarte, y podamos encontrarnos en ti
unidos en amor a todo lo que existe.
Tú que vives y haces vivir,
por los siglos de los siglos.
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - Pentecostés: Misa del día
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Hechos de los apóstoles 2, 1-11: 
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.
De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban,
y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. 
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les concedía que se expresaran.

Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de todas las naciones que hay bajo el cielo. 
Y entre el gentío que acudió al oír aquel ruido, cada uno los oía hablar en su propia lengua. 
Todos quedaron muy desconcertados y se decían, llenos de estupor y admiración:
«Pero éstos ¿no son todos galileos?
¡Y miren cómo hablan! Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa.
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia,
de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma,
unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, cretenses y árabes.
Y todos les oímos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios.»
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Salmo responsorial: 103 (104) 1, 24, 29-30, 31, 34
Bendice, alma mía, al Señor: ¡
Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Les retiras el aliento,
y expiran y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
R./ Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
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1Corintios 12, 3b-7. 12-13: Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Ahora les digo que ninguno puede gritar: «¡Maldito sea Jesús!» si el espíritu es de Dios; 
y nadie puede decir: «¡Jesús es el Señor!», sino con un espíritu santo. 

Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversos ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos.
La manifestación del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común.

Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, 
todas forman un solo cuerpo. Así también Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu para que formáramos un solo cuerpo, ya fuéramos judíos o griegos, esclavos o libres. Y todos hemos bebido del único Espíritu.
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Juan 20, 19-23: Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo. Reciban el Espíritu Santo
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» 
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. 
Jesús les volvió a decir: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.»
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»
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Solemnidad de la Santísima Trinidad - 3, 16-18

 Durante el siglo pasado, muchos debates se han centrado en el pensamiento de tres figuras destacadas, Charles Darwin, Sigmund Freud y Karl Marx, a quienes algunos han llamado "trinidad impía".


Nos empujaron al mundo moderno a menudo a pesar de nuestras protestas.

La teoría de la evolución de Darwin fue recibida con aullidos de burla por las iglesias establecidas, y tuvo que luchar por el reconocimiento.

Freud abrió el universo del inconsciente y afectó profundamente las actitudes convencionales.

Las teorías sociales de Karl Marx han dominado casi la mitad del mundo
y han influido considerablemente en la otra mitad.
De los tres, sólo la teoría de la evolución de Darwin permanece bastante intacta.

El mundo desarrollado ha desacreditado en gran medida a Marx
y las teorías de Freud son cada vez más impugnadas.
El tiempo ha cobrado su precio de "la trinidad impía".

Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, un misterio fuera del alcance del tiempo
y más allá de la comprensión del razonamiento humano.
Es un misterio de nuestra fe.
Sólo podemos echar un vistazo en la oscuridad en busca de destellos de luz para tratar de explicarlo.
La figura tres simboliza la completitud y la perfecta simetría,
y vuelve a aparecer en todos los momentos clave de la historia de Cristo.

Según la tradición judía, todo lo que se hace tres veces se considera como permanente.
Eso es llamado "Jazaká". 

El número tres representa permanencia y estabilidad y añade fuerza a nuestras acciones.
Si el número dos es diferencia, división (izquierda y derecha, dar vs. restringir),
el tres representa la integración de uno y dos.

La vida de Cristo reflejaba constantemente la Trinidad.

Tres figuras conforman el pesebre de Belén: la Sagrada Familia de Jesús, María y José.

Sus primeros visitantes fueron los tres sabios.

Más tarde, en el desierto preparándose para comenzar su vida pública,
Jesús fue tentado tres veces por el diablo.

Una buena historia debe tener un principio, un medio y un final.

Cristo era un narrador por excelencia y tres figuras prominentemente en sus parábolas.
El Hijo Pródigo es sobre un padre y sus dos hijos;
El buen samaritano habla de los tres transeúntes, el sacerdote, el levita y el samaritano;
El sembrador sembró su semilla en tres tipos de tierra, produciendo tres tipos de cosecha.

La escena de la crucifixión tiene tres figuras, Cristo entre dos ladrones.
Antes de su resurrección, pasó tres días en la tumba.
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Lectura Bíblica en lenguaje Latinoamericano - Solemnidad de la Santísima Trinidad

Primera lectura: Ex 34, 4b-6. 8-9
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí,
llevando en la mano las dos tablas de piedra, como le había mandado el Señor.
El Señor descendió en una nube y se le hizo presente.

Moisés pronunció entonces el nombre del Señor, y el Señor, pasando delante de él, proclamó:
"Yo soy el Señor, el Señor Dios, compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel".

Al instante, Moisés se postró en tierra y lo adoró, diciendo:
"Si de veras he hallado gracia a tus ojos, dígnate venir ahora con nosotros,
aunque este pueblo sea de cabeza dura; perdona nuestras iniquidades y pecados,
y tómanos como cosa tuya".
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Salmo Responsorial: Daniel 3, 52. 53. 54. 55. 56
R. Bendito seas, Señor, para siempre.
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres:
Bendito tu nombre santo y glorioso.
R. Bendito seas, Señor, para siempre.

Bendito seas en el templo santo y glorioso.
Bendito seas en el trono de tu reino.
R. Bendito seas, Señor, para siempre.

Bendito eres tú, Señor,
que penetras con tu mirada los abismos
y te sientas en un trono rodeado de querubines.
Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito seas, Señor, para siempre.
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Segunda lectura: 2 Co 13, 11-13
Hermanos: Estén alegres, trabajen por su perfección,
anímense mutuamente, vivan en paz y armonía.
Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes.

Salúdense los unos a los otros con el saludo de paz. Los saludan todos los fieles.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo 
estén siempre con ustedes.
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Aclamación antes del Evangelio: Apoc 1, 8
R. Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 3, 16-18

"Tanto amó Dios al mundo,
que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga la vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo,
sino para que el mundo se salvara por él.

El que cree en él no será condenado;
pero el que no cree ya está condenado,
por no haber creído en el Hijo único de Dios".

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NOTAS:
El número tres en la Biblia
El tres es considerado el símbolo de la “perfección divina” debido a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo); así como también “el tercer día según las Escrituras” de la muerte y resurrección del Señor: “como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12,40). En el Evangelio de Juan, dijo Jesús a los judíos: “destruyan este templo y en tres días lo levantaré” (Cf. 2, 19). El Señor resucitó a tres personas cuando estuvo en la tierra. A su amigo Lázaro, al hijo único de una viuda y a una muchacha. En el Antiguo Testamento, hay también tres casos de resucitados (Cf. 1 Re 17,9-24; 2 Re 4,18-35; 2 Re 13,21). En toda la Biblia hay un total de seis personas resucitadas. Las seis que resucitaron -sin embargo- murieron nuevamente. El séptimo resucitado fue el propio Señor Jesús. Él jamás murió de nuevo. Jesús resucitó el tercer día y se apareció por 3 veces a los Apóstoles.

El número 3 aparece abundantemente en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, tres veces los serafines claman “Santo, Santo, Santo” (Is 6,3); también así lo hacen los cuatro seres frente al trono de Dios en el libro del Apocalipsis (Apo 4,8). Tres veces es dada la bendición divina en el libro de los Números (Nu 6,23-26). En estas bendiciones, el nombre del Señor aparece tres veces. El Arca de Noé tenía 3 pisos. Son tres los hijos de Noé (Gn 6,10); tres los amigos de Job (Jb 2,11); tres los invitados de Abrahám (Gn 18,2); tres los amigos del profeta Daniel (Dn 3,23) y 3 las veces que Dios llamó al profeta Samuel (1 Sm 3,8).

En el Nuevo Testamento, el tres es llamado “número divino” por ser mencionado con frecuencia en relación con las cosas santas: “el Espíritu, el agua y la sangre” dice la Carta de San Juan (1 Jn 5,18). El ser humano está conformado por espíritu, cuerpo y alma según el Apóstol San Pablo (1 Ts 5,23). También están las tres oraciones que el mismo Apóstol hizo pidiendo que le sea sacado el aguijón de la carne que lo perturbaba (2 Co 12,8). Son tres las virtudes: fe, esperanza y caridad. Las tentaciones de Jesús en el desierto fueron tres (Lc 4,3-10) y el Señor repitió por tres veces las palabras “está escrito” aludiendo a la Palabra de Dios para ahuyentar al Maligno. Jesús fue crucificado en la hora tercera y hubo tres horas de tinieblas cuando Él estaba en la Cruz. Son tres las negaciones de Pedro y 3 las preguntas del Señor Resucitado al mismo Apóstol.
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Santo de la semana: San Bernabé.
Bernabé fue uno de los más entusiastas y admirados miembros de la Iglesia primitiva, visto como "un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de la fe." Confiado por los apóstoles, compartió su propiedad con los pobres y logró que el converso antiguo perseguidor, Saulo / Pablo, sea aceptado  plenamente por los cristianos en Jerusalén. Más tarde, animó a la joven iglesia en Antioquía, y se fue al extranjero en misión con el apóstol Pablo. Bernabé mostró la clase de personalidad altruista, confiable, alentadora que lo convirtió en un embajador ideal para el Evangelio.
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