domingo, 30 de abril de 2023

TOA - 5to. Domingo de Pascua - Edificando la casa de Dios - Jn 14, 1-12

Hechos 6 muestra a los helenistas (conversos cuyo idioma era el griego) quejándose de que sus viudas no eran atendidas por la iglesia. 
Ésta fue una de las primeras diferencias y disputas 
en los primeros días de la iglesia entre judíos y helenistas. 
La solución de los apóstoles al problema muestra cómo los cambios de práctica no solo son posibles sino necesarios para la salud de la iglesia.

La solución muestra dos dimensiones importantes de la vida eclesial: oración y servicio. Vivir nuestra vocación cristiana requiere
un equilibrio entre los dos. Cada uno de nosotros está personalmente llamado a la oración, a un diálogo de adoración con Dios;
y también estamos llamados al servicio. Esto es imprescindible
para construir una relación de confianza y respeto. El servicio se hará
en libertad y generosidad si usamos éstas herramientas divinas. 

No importa lo que hagamos en la vida, nuestro trabajo afecta a los demás de alguna manera.
Debemos estar al servicio de nuestros vecinos; y siempre que tengamos una actitud de respeto,
ninguna tarea que hagamos es una tarea servil.
La oración y la predicación de la palabra eran de primordial importancia para los apóstoles;
pero también era vital el servicio a las viudas ya los necesitados de la comunidad,
por lo que designaron siete hombres de confianza para atenderlo,
y los iniciaron con una evocadora ceremonia.

Como resultado, los discípulos en Jerusalén aumentaron en número. 
Podemos preguntarnos cómo podría revivir este tipo de crecimiento en la iglesia en nuestros días.
 ¿Se sigue difundiendo la palabra del Señor o está aumentando el número de discípulos? 

En la carta de San Pedro, la iglesia se imagina como un templo espiritual,
con nosotros mismos como piedras vivas formando una casa viva de Dios.
Cada vez que decimos el Padrenuestro decimos 'venga tu reino'.
¿Esto implica asumir alguna responsabilidad para difundir la palabra y hacer algo para edificar la iglesia?
Podemos trabajar para el reino de Dios mediante nuestra conducta y actitudes diarias.

La piedra angular de la iglesia es Cristo mismo, y él nos ofrece aliento incluso hoy.
Si se va, es para prepararnos lugar en la casa de su Padre, que tiene muchas moradas.
Así que hay un lugar para todos nosotros en el reino. Cada persona tiene dones de la naturaleza y la gracia,
cada uno debe tener algo que decir en la vida de la iglesia, como lo ejemplifican los apóstoles en la primera lectura.

Muchas personas hoy en día consideran que la fe es irrelevante porque su noción de Dios es defectuosa o está distorsionada. Para una imagen auténtica de cómo es Dios, debemos mirar a Jesús, quien dijo: “Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”. Muestra cómo es el Padre invisible: preocupado por todos, interesado en todos, respetando a todos,
llamando a los pecadores a casa. Este Dios acogedor es el que nuestra iglesia adora,
y en él renovamos nuestra confianza.

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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano - V Domingo de Pascua – ciclo A
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Primera lectura: Hch 6, 1-7

En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los discípulos,
hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los hebreos,
de que no se atendía bien a sus viudas
en el servicio de caridad de todos los días.

Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos
y les dijeron:
"No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios,
nos dediquemos a administrar los bienes.
Escojan entre ustedes a siete hombres
de buena reputación,
llenos del Espíritu Santo y de sabiduría,
a los cuales encargaremos este servicio.
Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra".

Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo,
a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía.
Se los presentaron a los apóstoles, y éstos, después de haber orado, les impusieron las manos.

Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo.
En Jerusalén se multiplicaba grandemente el número de los discípulos.
Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe.

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Salmo Responsorial: Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19 (22)

Que los justos aclamen al Señor;
es propio de los justos alabarlo.
Demos gracias a Dios al son del arpa,
que la lira acompañe nuestros cantos.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. ¡Aleluya!

Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. ¡Aleluya!

Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. ¡Aleluya!
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Segunda lectura: 1 Ped 2, 4-9

Hermanos: Acérquense al Señor Jesús, la piedra viva, rechazada por los hombres,
pero escogida y preciosa a los ojos de Dios; porque ustedes también son piedras vivas,
que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo,
destinado a ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios, por medio de Jesucristo.
Tengan presente que está escrito:
He aquí que pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa;
el que crea en ella no quedará defraudado.

Dichosos, pues, ustedes, los que han creído.
En cambio, para aquellos que se negaron a creer, vale lo que dice la Escritura:
La piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra angular,
y también tropiezo y roca de escándalo.
Tropiezan en ella los que no creen en la palabra, y en esto se cumple un designio de Dios.

Ustedes, por el contrario, son estirpe elegida, sacerdocio real,
nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad,
para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 6
R.
Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 14, 1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes,
porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar,
volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes.
Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".

Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?"
Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí.
Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".

Le dijo Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le replicó: "Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces?
Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Entonces por qué dices: 'Muéstranos al Padre'?
¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?
Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta.
Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.
Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras.
Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aun mayores,
porque yo me voy al Padre".
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Oración
Que tus palabras, oh Señor, estén en mis labios y en mi corazón.
Que me guíen en el viaje de la vida y me mantengan cerca tuyo,
para alcanzar la vida eterna en la casa del Padre.

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