sábado, 26 de agosto de 2023

TOA - 22vo. Domingo - Una Cruz que no pesa - Mateo 16, 21-27

Jeremías 20,7-9 La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí
Salmo responsorial 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Romanos 12, 1-2: Presenten sus cuerpos como hostia viva
Mateo 16, 21-27 El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo.
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Casi todos los profetas sufrieron experiencias como las de Jeremías. Sus paisanos y las autoridades de turno los rechazaron, mataron a  muchos y desterraron a otros; pero la fidelidad a Dios y a su Pueblo pudo más que su propia seguridad y bienestar. Jeremías describe las consecuencias de su ministerio profético y de su seguimiento a Yahvé como duras y  dolorosas y sufre el conflicto por ser fiel a la llamada de Yahvé. Ese sufrimiento y dolor le exigió replantear su fe en el Dios de la Alianza. El  profeta se desahoga ante Dios; él denuncia lo que siente en su corazón que Dios le pide denunciar, y eso hace que sus coetáneos estén hartos de él y lo acechen. Está cansado de esa situación; añora ser una persona “normal”, con una vida “privada” sin las complicaciones del ministerio profético.

Porque Dios le ha seducido y le ha forzado, todos se burlan de él y la palabra sólo le ha causado dolor y desprecio.
Por esto, el profeta quiere renunciar a la misión pero la Palabra ha sido más fuerte
y, se rinde ante ella porque siente que  lo ha vencido. Para el profeta, la Palabra de Dios
es un fuego abrasador que no lo deja tranquilo y siempre lo mantiene alerta en el cumplimiento de su misión.

En su segunda carta a los cristianos de Roma, Pablo utiliza un lenguaje imperativo, exhortándolos los llama a la acción. Les habla con la autoridad del Apóstol y no sólo como hermano en la fe. Les invita a hacer ofrecer permanentemente su cuerpo a Dios. A veces, los ritos externos nos alejan de verdadero culto a Dios que procede de una vida recta.
El cuerpo  debe ser un canto de alabanza y gratitud a Dios porque es el lugar donde está la vida interior, espiritual. La conversión para Pablo lo llevó a vivir una vida totalmente transformada por el Espíritu de Dios, con una mentalidad diferente, con  valores y horizontes nuevos. La alabanza y gratitud nos dan los criterios del correcto discernimiento para buscar, encontrar y realizar la voluntad de Dios.

Jesús afronta un duro conflicto en su seguimiento y ministerio. El evangelio nos trae una bella catequesis: “el discipulado es seguimiento de Jesús hasta la cruz”. Jesús enseña a sus discípulos que el camino de la resurrección está unido siempre a la experiencia dolorosa de la cruz. Este primer anuncio de la pasión es fuerte y exigente. Los discípulos, simbolizados en la persona de Pedro, no han comprendido esta realidad. 

Ellos siguen convencidos de que el mesianismo glorioso de Jesús debe responder a sus expectativas mesiánicas: triunfante y no derrotado, poderoso y no débil, rodeado de multitudes y no solo. Jesús rechaza esta propuesta con energía, pue la voluntad del Padre no se es la misma que la expectativa de Pedro y los discípulos. Por su temor a la cruz, Pedro aparece como instrumento de Satanás delante de Jesús que busca obstaculizar su misión y alejarlo de la experiencia de la Cruz.

Jesús nos espera a la vera del camino y nos invita a caminar detrás de él para alcanzar la madurez del discípulo. A sus discípulos, Jesús les dice que el camino del seguimiento del verdadero discípulo también incluye la cruz. Quien no camina el mismo camino del Maestro no es verdadero discípulo. Anunciar el evangelio trae consigo persecución y sufrimiento. Tomar la cruz es participar en la muerte y resurrección de Jesús. 

Perder la vida por la Causa de Jesús permite al discípulo alcanzarla en plenitud junto a Dios. Al Bautizarnos nos consagraron sacerdotes profetas y reyes; la dimensión profética de nuestra fe  bautismal nos lleva a asumirla con valor. En la misión evangelizadora, las consecuencias del ser profetas son: la oposición, la persecución, el rechazo y hasta el martirio. Muchos hombres y mujeres en distintas partes del mundo se han jugado la vida por la fe y la defensa de los valores evangélicos.

Si queremos seguir a Jesús en fidelidad vamos a enfrentar muchas contradicciones,
caminar en contra de lo que propone el orden actual, 
la cultura individualista y la globalización del mercado,
que excluye a los más débiles del disfrute del bien común de la humanidad. 
¿Conocemos personas que han sido mártires por el evangelio y que hoy nos inspiran?
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Lecturas en lenguaje Latinoamericano para el 22º domingo, Ciclo A
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Jeremías 20,7-9 (La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí)
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste.
Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí.
Siempre que hablo tengo que gritar: "violencia", proclamando: "destrucción". 

La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día.
Me dije: "No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre";
pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.
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Salmo responsorial, Salmo 62:  R./ Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
R./ Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
R./ Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
R./ Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
R./ Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
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Romanos 12, 1-2 (Presenten sus cuerpos como hostia viva)
Los exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar sus cuerpos como hostia viva, 
santa, agradable a Dios; éste es su culto razonable.
Y no se ajusten a este mundo, sino transfórmense por la renovación de la mente,
para que sepan discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
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Aclamación antes del Evangelio: Cfr Ef 1, 17. 18

R. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes
para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.
R. Aleluya.

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Mateo 16, 21-27 (El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo)
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos
que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho
por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas,
y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: 
"¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte."
Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, 
que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios." 

Entonces dijo a sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo,
que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá;
pero el que la pierda por mí la encontrará. 

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?
¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles,
con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta."

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Oración
Dios, Padre nuestro, llena nuestros corazones
de amor a tu voluntad y de una confianza plena en Ti,
para que así seamos valientes testigo
de la Buena Noticia del Reino en el mundo,
como discípulos de tu Hijo
no sólo de palabra sino con las obras.
Por Jesucristo, tu Hijo y nuestro hermano;
que compartió su vida con nosotros
y ahora reina contigo y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. 
¡Amén!
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