sábado, 26 de agosto de 2023

TOA - 23vo. Domingo - Vigilando y Advirtiendo - Mt 18, 15-20

Ez 33,7-9: Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
Salmo responsorial 94: Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón."
Romanos 13, 8-10: Amar es cumplir la ley entera
Mateo 18, 15-20 Si te hace caso, has salvado a tu hermano

El 
profeta Ezequiel sabe que un pueblo amenazado necesita centinelas. 
Ezequiel predicó estando prisionero en territorio enemigo y pudo advertir
que no era una fuerza externa, sino el enemigo interno,
que es la verdadera amenaza para la vida,
ese enemigo es el pecado, el abandono de Dios.
Él ve un fracaso de la comunidad desde adentro, un colapso que lleva a la muerte.
El peligro del que debe advertir es la amenaza del pecado.
La advertencia de Ezequiel no dirige a la comunidad como un todo,
sino al individuo dentro de ella, a su responsabilidad individual. 

Hoy también nos preocupan los problemas de la paz y la seguridad nacional e internacional.
El centinela en la muralla de la ciudad ya no es una forma de seguridad suficiente.
Nuestros líderes mundiales usan dispositivos sofisticados de “alerta temprana”,
para que nuestra paz dependa de un equilibrio de terror.
La amenaza de nuestro tiempo ya no es la caída de una ciudad sino un holocausto internacional. 

El papel profético de la Iglesia es continuar la predicación de Ezequiel.
El evangelio de Cristo es que la vida y la paz provienen de la fe en Dios
y el hacer su voluntad para beneficio de la persona.
Cristo trajo el don de la reconciliación y la vida.
El evangelio que llama al arrepentimiento, no es una mera denuncia del pecado.
Como comunidad, podemos ser un signo de lo que predicamos,
una comunidad arrepentida que ha encontrado la vida y la paz ofrecidas por Cristo. 

Tenemos necesidad de asumir nuestra responsabilidad individual y convertirnos.
Ezequiel dejó en claro que la Palabra de Dios se dirige al individuo llamando al arrepentimiento.
No hay forma de salir de esta responsabilidad personal.
Como Iglesia debemos apoyar a cada persona a buscar la reconciliación. 

Los individuos perplejos por sus propios fracasos u oprimidos por las debilidades de los demás,
necesitan una comunidad que no los aísle,
sino que con el perdón fomenten el amor a la vida y el compañerismo.
Vivir ésta comunión significa que tenemos deudas unos con otros,
y como Pablo nos lo recuerda hoy, la única obligación que en última instancia cuenta
es la deuda de amor que tenemos los unos con los otros. 

Esta comunidad reconciliada será un signo eficaz para el mundo que no cree una armonía profunda, sino superficial.
Enfrenta a la realidad del pecado y encuentra el perdón como solución a esta amenaza.
La renovación del ministerio de la reconciliación en la Iglesia toma cada vez más
la forma de servicios comunitarios de penitencia, vinculados a la celebración del sacramento.
Esta es una manera eficaz de hacer entender a la gente que todo pecado afecta a la comunidad
y que la reconciliación debe incluir a la comunidad.
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano, Domingo 23, TOA
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Primera lectura: Ez 33, 7-9

Esto dice el Señor: “A ti, hijo de hombre, te he constituido centinela para la casa de Israel.
Cuando escuches una palabra de mi boca, tú se la comunicarás de mi parte. 

Si yo pronuncio sentencia de muerte contra un hombre, porque es malvado,
y tú no lo amonestas para que se aparte del mal camino,
el malvado morirá por su culpa, pero yo te pediré a ti cuentas de su vida. 

En cambio, si tú lo amonestas para que deje su mal camino
y él no lo deja, morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida’’. 
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Salmo Responsorial: Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9 (8)
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. 
Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias. 
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz. 

Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, 
pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo, él nuestro pastor y nosotros, sus ovejas 
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz. 

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, 
como el día de rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, 
aunque habían visto mis obras”. 
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz. 
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Segunda lectura: Rom 13, 8-10 
Hermanos: No tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo,
porque el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley.
En efecto, los mandamientos que ordenan:
“No cometerás adulterio, no robarás, no matarás, no darás falso testimonio, no codiciarás”
y todos los otros, se resumen en éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”,
pues quien ama a su prójimo no le causa daño a nadie.
Así pues, cumplir perfectamente la ley consiste en amar. 
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Aclamación antes del Evangelio: 2 Cor 5, 19 
R. Aleluya, aleluya. 
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, 
y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación. 
R. Aleluya. 
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Evangelio: Mt 18, 15-20 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas.
Si te escucha, habrás salvado a tu hermano.

Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas,
para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos.

Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad;
y si ni a la comunidad le hace caso,
apártate de él como de un pagano o de un publicano. 

Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo,
y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. 

Yo les aseguro también,
que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo,
sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá;
pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos’’.

Oremos:
Oh Dios bueno, que por Jesús nos has dicho:
“todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado”;
haz que tu Iglesia sienta sobre sí la responsabilidad de ser generosa como Tú,
y de no imponer a tus hijos, nuestros hermanos y hermanas, “más cargas que las necesarias”,
haciéndoles experimentar que “donde está tu Espíritu está la libertad”. Por Jesucristo nuestro Señor.

Dediquemos hoy 30 minutos frente al Santísimo Sacramento para que:
- ¡Haya Paz en el Medio Oriente y se termine la agresión al Pueblo Palestino!
- ¡Cese la persecución de Cristianos en Israel, Ucrania, China, Irak, Siria y  Sudán!
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Reflexionemos (opcional):

Ez 33,7-9: Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
Salmo responsorial 94: Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón."
Romanos 13, 8-10: Amar es cumplir la ley entera
Mateo 18, 15-20 Si te hace caso, has salvado a tu hermano
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Ezequiel es el profeta vigilante de su pueblo en el tiempo del exilio. Este es el llamado de su misión.
La actitud vigilante, -no la de espiar-, es un rasgo físico y espiritual que ayuda a los profetas a estar atento a lo que pasa, para alertar y prevenir al pueblo, para abrirle los ojos pero a la vez le ayuda a estar siempre atento a escuchar la Palabra de Dios; leyendo los acontecimientos de la historia e interpretándolos a la luz de la Palabra de Dios.

Quién vigila está pendiente de los peligros que acechan al pueblo
y es responsable directo de lo que le pueda pasar.

El pueblo puede aceptar o rechazar esa interpelación profética
pero no debe pasarla por alto porque no se dará cuenta del peligro.

Continuando con la carta a los romanos, Pablo llama a los creyentes
a edificar su vida en el amor, para responder a los desafíos del día a día
que a cada creyente y a cada comunidad nos toca vivir.

El amor es resumen, síntesis de vida, donde confluye todo tipo de precepto religioso.
El amor nos pone en perfecta sintonía con la propuesta evangélica,
no rechaza de plano la ley, sino que supera su fuerza y nos libera.

Quien ama de verdad no quiere hacer daño a nada ni a nadie;
siempre busca ayudar a crecer a la persona y al creyente.

La metanoia o conversión es el cambio rotundo de la mente y de corazón.
Quién se convierte al amor lo asume como única norma de vida,
traducida en compromisos y actitudes muy concretas:
servicio, respeto, perdón, reconciliación, tolerancia, comprensión, verdad, paz, justicia y solidaridad fraterna.

Mateo nos habla en el evangelio sobre la corrección fraterna,
tema que por sus propios conflictos internos tuvo que enfrentar su comunidad cristiana.
Este rico pasaje catequético que quiere enfrentar y resolver el problema de los conflictos comunitarios.

El pecado no es solamente de orden individual o moral, es también faltas graves en contra de la comunidad.
Mateo señala dos cosas importantes:
a) no se debe caer en una relajación exagerada de las normas morales que lleven al caos comunitario
b) ni debemos caer en un exceso de severidad donde nadie falle o se equivoque.

Mateo se pone en el término medio,
quiere resolver las complicadas relaciones interpersonales siguiendo la pedagogía de Jesús.

El evangelista deja en claro que ante todo se debe tratar de salvar al trasgresor,
no condenarlo ni expulsarlo de buenas a primeras,
hay que salvar por todos los medios posibles a la persona.
Si la persona se resiste, no acepta la invitación, no da signos de arrepentimiento,
entonces y sólo entonces la comunidad se ve obligada a expulsarla de su seno.
La persona misma se excluye de la comunión cuando no acepta la oferta de perdón.

El tipo de Iglesia que presenta Mateo en el evangelio es una asamblea de hermanos y hermanas,
a quienes la fe en Jesús ayudó a romper criterios mundanos
de diferencia de clases sociales, económicas, prejuicios, privilegios, autoritarismos.
Esta comunidad se reúnen y participa fraternalmente e igualitariamente.

Como creyentes, también nosotros debemos asumir el compromiso de luchar por la verdad.
Nuestras familias y comunidades cristianas deben ser lugares de verdad y reconciliación,
donde respetar a las personas que se equivocan y quieren rectificar su error es una exigencia evangélica.

Nuestro compromiso es con la actitud profética que promueva la justicia, la reconciliación y la verdad,
sin caer en actitudes relajadas o que respalden la impunidad.

El evangelio habla de la comunidad como sujeto de perdón que en nombre de Jesús:
«Todo lo que aten ustedes en la tierra será atado en el cielo...».

Una forma tradicional de entender el perdón ha sido que esa facultad de la comunidad
la ha recogido y expresado el ministerio sacerdotal; pero esa forma no es exclusiva;
es, simplemente, la forma sacramental oficial actual.

Para muchos de nosotros, el perdón, por nuestra forma de ser, nuestro carácter,
la educación recibida o la falta de educación recibida para perdonar,
nos resulta difícil, incluso muy difícil.

¿Cómo está la actitud de perdón en mi vida?
La fe que se nutre de nuestra vida espiritual, es un asunto personal, una responsabilidad intransferible,
pero que la vivimos dentro de una comunidad.
En ese sentido, todos somos de la vida de cada miembro de la comunidad.
Examinemos y reflexionemos hoy sobre nuestra corresponsabilidad comunitaria.
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Oremos:
Oh Dios bueno, que por Jesús nos has dicho:
“todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado”;
haz que tu Iglesia sienta sobre sí la responsabilidad de ser generosa como Tú,
y de no imponer a tus hijos, nuestros hermanos y hermanas, “más cargas que las necesarias”,
haciéndoles experimentar que “donde está tu Espíritu está la libertad”. Por Jesucristo nuestro Señor.
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Dediquemos hoy 30 minutos frente al Santísimo Sacramento para que:
- ¡Haya Paz en el Medio Oriente y se termine la agresión al Pueblo Palestino!
- ¡Cese la persecución de Cristianos en Ucrania, Irak, Siria, Israel y  Sudán!
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

No hay comentarios.:

Publicar un comentario