domingo, 30 de abril de 2023

TOA - 5to. Domingo de Pascua - Edificando la casa de Dios - Jn 14, 1-12

Hechos 6 muestra a los helenistas (conversos cuyo idioma era el griego) quejándose de que sus viudas no eran atendidas por la iglesia. 
Ésta fue una de las primeras diferencias y disputas 
en los primeros días de la iglesia entre judíos y helenistas. 
La solución de los apóstoles al problema muestra cómo los cambios de práctica no solo son posibles sino necesarios para la salud de la iglesia.

La solución muestra dos dimensiones importantes de la vida eclesial: oración y servicio. Vivir nuestra vocación cristiana requiere
un equilibrio entre los dos. Cada uno de nosotros está personalmente llamado a la oración, a un diálogo de adoración con Dios;
y también estamos llamados al servicio. Esto es imprescindible
para construir una relación de confianza y respeto. El servicio se hará
en libertad y generosidad si usamos éstas herramientas divinas. 

No importa lo que hagamos en la vida, nuestro trabajo afecta a los demás de alguna manera.
Debemos estar al servicio de nuestros vecinos; y siempre que tengamos una actitud de respeto,
ninguna tarea que hagamos es una tarea servil.
La oración y la predicación de la palabra eran de primordial importancia para los apóstoles;
pero también era vital el servicio a las viudas ya los necesitados de la comunidad,
por lo que designaron siete hombres de confianza para atenderlo,
y los iniciaron con una evocadora ceremonia.

Como resultado, los discípulos en Jerusalén aumentaron en número. 
Podemos preguntarnos cómo podría revivir este tipo de crecimiento en la iglesia en nuestros días.
 ¿Se sigue difundiendo la palabra del Señor o está aumentando el número de discípulos? 

En la carta de San Pedro, la iglesia se imagina como un templo espiritual,
con nosotros mismos como piedras vivas formando una casa viva de Dios.
Cada vez que decimos el Padrenuestro decimos 'venga tu reino'.
¿Esto implica asumir alguna responsabilidad para difundir la palabra y hacer algo para edificar la iglesia?
Podemos trabajar para el reino de Dios mediante nuestra conducta y actitudes diarias.

La piedra angular de la iglesia es Cristo mismo, y él nos ofrece aliento incluso hoy.
Si se va, es para prepararnos lugar en la casa de su Padre, que tiene muchas moradas.
Así que hay un lugar para todos nosotros en el reino. Cada persona tiene dones de la naturaleza y la gracia,
cada uno debe tener algo que decir en la vida de la iglesia, como lo ejemplifican los apóstoles en la primera lectura.

Muchas personas hoy en día consideran que la fe es irrelevante porque su noción de Dios es defectuosa o está distorsionada. Para una imagen auténtica de cómo es Dios, debemos mirar a Jesús, quien dijo: “Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”. Muestra cómo es el Padre invisible: preocupado por todos, interesado en todos, respetando a todos,
llamando a los pecadores a casa. Este Dios acogedor es el que nuestra iglesia adora,
y en él renovamos nuestra confianza.

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Lecturas en Lenguaje Latinoamericano - V Domingo de Pascua – ciclo A
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Primera lectura: Hch 6, 1-7

En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los discípulos,
hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los hebreos,
de que no se atendía bien a sus viudas
en el servicio de caridad de todos los días.

Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos
y les dijeron:
"No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios,
nos dediquemos a administrar los bienes.
Escojan entre ustedes a siete hombres
de buena reputación,
llenos del Espíritu Santo y de sabiduría,
a los cuales encargaremos este servicio.
Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra".

Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo,
a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía.
Se los presentaron a los apóstoles, y éstos, después de haber orado, les impusieron las manos.

Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo.
En Jerusalén se multiplicaba grandemente el número de los discípulos.
Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe.

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Salmo Responsorial: Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19 (22)

Que los justos aclamen al Señor;
es propio de los justos alabarlo.
Demos gracias a Dios al son del arpa,
que la lira acompañe nuestros cantos.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. ¡Aleluya!

Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. ¡Aleluya!

Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida.
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. ¡Aleluya!
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Segunda lectura: 1 Ped 2, 4-9

Hermanos: Acérquense al Señor Jesús, la piedra viva, rechazada por los hombres,
pero escogida y preciosa a los ojos de Dios; porque ustedes también son piedras vivas,
que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo,
destinado a ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios, por medio de Jesucristo.
Tengan presente que está escrito:
He aquí que pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa;
el que crea en ella no quedará defraudado.

Dichosos, pues, ustedes, los que han creído.
En cambio, para aquellos que se negaron a creer, vale lo que dice la Escritura:
La piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra angular,
y también tropiezo y roca de escándalo.
Tropiezan en ella los que no creen en la palabra, y en esto se cumple un designio de Dios.

Ustedes, por el contrario, son estirpe elegida, sacerdocio real,
nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad,
para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 14, 6
R.
Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 14, 1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes,
porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar,
volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes.
Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".

Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?"
Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí.
Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".

Le dijo Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le replicó: "Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces?
Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Entonces por qué dices: 'Muéstranos al Padre'?
¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?
Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta.
Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.
Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras.
Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aun mayores,
porque yo me voy al Padre".
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Oración
Que tus palabras, oh Señor, estén en mis labios y en mi corazón.
Que me guíen en el viaje de la vida y me mantengan cerca tuyo,
para alcanzar la vida eterna en la casa del Padre.

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martes, 18 de abril de 2023

TOA - 4to. Domingo de Pascua - El Buen Pastor - Jn 10, 1-10

Jesús solía usar las imágenes de pastores y ovejas para mostrar su cuidado por los demás. Él, el Buen Pastor, ahora desarrolla la relación entre el pastor y las ovejas.
Las imágenes son antiguas pero el mensaje sigue siendo relevante para nosotros.
Por nuestra confianza en Jesús, nuestra relación con él es viva y personal,
como el amor que une a Jesús con el Padre.
Toda nuestra fe se basa en el amor y la fidelidad de Dios.

Para compartir en la vida eterna debemos escuchar a Jesús y obedecerle. Para poner esto en términos de audio, necesitamos sintonizar nuestras mentes con el sonido de su voz. El egocentrismo puede intervenir para hacernos sordos a la voz de Jesús. Podemos sentirnos atraídos a seguir un camino más fácil que el que él ha trazado. Las presiones para abandonar nuestros principios van y vienen. Pero confiamos en que nuestro fiel Pastor no nos dejará ser tentados más allá de nuestras fuerzas; nada nos puede separar de él. El mismo Dios que sostuvo a Jesús y lo levantó de la muerte también nos mantendrá bajo su cuidado.

Paul y Barnabas "hablaron con valentía" e hicieron un impacto. Un intercambio adecuado del evangelio en nuestros tiempos puede ser tan fructífero ahora como lo fue entonces. Todos los fieles bautizados deben desempeñar su papel en la difusión del mensaje de Jesús. Todos nosotros, tanto laicos como sacerdotes y religiosos, estamos llamados a servir al Señor resucitado y participar en la evangelización de los demás. Demasiados males persisten en nuestra sociedad solo porque la gente buena dice y no hace nada al respecto. Un himno del breviario para Eastertide (n. 25) explica lo que se espera de nosotros: "Ahora nos dice que digamos en el extranjero / Cómo se puede restaurar a los perdidos / Cómo se perdona el penitente / Cómo nosotros también podemos entrar al cielo".

El “Domingo del Buen Pastor” nos lleva a pensar y orar acerca de cómo nuestra iglesia se irá a los sacerdotes en el futuro. En Irlanda en este momento, los sacerdotes son un grupo que envejece y disminuye, y está claro que necesitamos repensar las condiciones para la ordenación y volver a imaginar cómo reclutar celebrantes eucarísticos para el futuro. Padraig McCarthy destacó que “no existe una parroquia sin sacerdotes. Puede que no tenga un sacerdote ordenado, pero la parroquia es un pueblo sacerdotal. ¿Cómo se ejercerá el sacerdocio de los bautizados en las próximas décadas? ¿Qué factores del pasado están obstaculizando ahora la misión de la iglesia? ¿Qué nuevo modelo de sacerdocio ministerial se necesita?

Aquí hay preguntas que nos gustaría discutir con nuestros obispos:

1) ¿Quién va a pastorear la iglesia en los próximos años?
2) ¿Deberíamos desacoplar el celibato del sacerdocio?
3) ¿Qué pasos tomar para que cada comunidad pueda tener la Eucaristía todos los domingos?
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Lecturas Bíblicas en Lenguaje Latinoamericano - TOA - IV Domingo de Pascua
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Primera lectura: 
Hch 2, 14a. 36-41
El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud,
y levantando la voz, dijo:
“Sepa todo Israel con absoluta certeza,
que Dios ha constituido Señor y Mesías
al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado”.

Estas palabras les llegaron al corazón
y preguntaron a Pedro
y a los demás apóstoles: “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”
Pedro les contestó: “Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo
para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo.
Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos
y también para todos los paganos
que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos”.

Con éstas y otras muchas razones, los instaba y exhortaba, diciéndoles:
“Pónganse a salvo de este mundo corrompido”.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas.
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Salmo Responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (1)

El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya.

Por ser un Dios fiel a sus promesas,
me guía por el sendero recto;
así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú está conmigo,
tu vara y tu cayado me de seguridad.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya.

Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin termino.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya.
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Segunda lectura: 1 Pe 2, 20b-25
Hermanos: Soportar con paciencia los sufrimientos que les vienen a ustedes por hacer el bien,
es cosa agradable a los ojos de Dios, pues a esto han sido llamados,
ya que también Cristo sufrió por ustedes y les dejó así un ejemplo para que sigan sus huellas.

El no cometió pecado ni hubo engaño en su boca;
insultado, no devolvió los insultos; maltratado, no profería amenazas,
sino que encomendaba su causa al único que juzga con justicia;
cargado con nuestros pecados, subió al madero de la cruz,
para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.

Por sus llagas ustedes han sido curados, porque ustedes eran como ovejas descarriadas,
pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas.
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Aclamación antes del Evangelio: Jn 10, 14
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor;
yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:
“Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas,
sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido;
pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas.
A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz;
él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera.
Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas,
y ellas lo siguen, porque conocen su voz.
Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él,
porque no conocen la voz de los extraños”.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir.
Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; p
ero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos.
El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir.
Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’’.
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TOA - 3er Domingo de Pascua, Un evangelio dentro del evangelio - Lucas 24,13-35


La historia de Emaús es como un evangelio dentro del evangelio.
Tiene mucho de lo que es fundamental para todo el mensaje cristiano que se utiliza a menudo como un resumen de lo que la vida cristiana se trata. Para estos dos discípulos en el camino de regreso a casa, todo había terminado. Durante los recientes años que les tocó vivir siguiendo a Jesús, sus vidas habían sido emocionantes, y ahora se sentían solo a la mitad de todo.

No sería justo culparlos de su desánimo y abatimiento porque en realidad no habían podido captar mucho de lo que Jesús había dicho cuando estuvo físicamente con ellos. Deberíamos simpatizar con ellos, porque también nosotros en gran parte olvidamos lo aprendido de Jesús o podemos haber dejado de tomar en serio las promesas del Señor. Él prometió que iba a estar allí a la vera del camino para nosotros, que nunca nos abandonaría en la tormenta, que iba a caminar cada paso del camino con nosotros, y que nos llevaría con seguridad a través del desierto y el Mar Rojo de la muerte hacia la Tierra Prometida del Padre.

En este encuentro con los dos discípulos de Emaús es que Jesús usó las Escrituras como su herramienta para iluminarlos. La Escritura es la palabra de Dios. Contiene las promesas del Señor, nos revela el corazón de Dios y nos pone en contacto con lo mucho que nos ama. Las palabras de la Escritura no son en absoluto como las palabras en nuestra vida diaria. La palabra de Dios tiene el poder como el de una corriente eléctrica inspirada y dirigida por Espíritu de Dios. 

A través de la palabra de Dios nos viene el poder para responder a ella y de ponerla en práctica. En el pasado, por varias razones, el estudio de las Escrituras no se acentuó ni apreció en los círculos católicos; se la veía más como una cosa de protestantes y su interpretación adecuada no era algo que se podia confiar a los laicos ordinarios. Gracias al Espíritu de Dios, esa tendencia se está revertiendo y es a la inversa. Esto es necesario como parte importante de todo el proceso de renovación de la iglesia.

En la narración de Emaús, es significativo que los discípulos reconocieron a Jesús al partir el pan. La fracción del pan entre amigos era un símbolo viviente de amistad y de pertenencia. ¿Qué había de especial en la forma en que Jesús partió el pan? Solo podemos aventurar una respuesta. Pudo haber sido el ambiente que flotaba del recuerdo de la donación de sí mismo el que les reveló quién era en realidad. Hubo un nivel de sinceridad, de entrega, de compartir, de lo sagrado que debe de haber sido único en Jesús. Esa forma de hacerlo debe haber sido algo que ellos ya habían experimentado en ocasiones anteriores. Este algo único tocó sus hambres más profundos, y el alimento ofrecido ya no era sólo una cosa física. Fue una comida que les obligaba a abrir sus bocas pero más que nada sus corazones para recibirlo.

La vida pues, es un viaje compuesto por muchos viajes. Es un maravilloso don del Espíritu de Dios el tener la sensación de estar acompañado en el viaje, de estar guiado por el Espíritu, de tener un sentido de dirección en la vida, de saber que lo vamos a encontrar a la vera del camino. La historia de Emaús nos ofrece un modelo a buscar y seguir para inspirer nuestra vida, nos ofrece un modelo de vida para el discípulo cristiano: si hacemos el viaje con los demás, compartiendo sus vidas, sus dificultades y gozos y nuestra fe en Cristo, él estará con nosotros y abrirá nuestras mentes a la verdad, del mismo modo que lo hizo con sus discípulos de Emaús. Si nos detenemos, guardamos silencio y lo escuchamos nos llevará a una comprensión más profunda. Hoy más que nunca es actual su promesa sigue: "Yo estoy con ustedes, siempre!" Todo esto sólo sera posible cuando personalmente diga ¡Si! Cuando abra mi mi corazón a los demás y a través de ellos quiera sentir la presencia y compañía del Señor. El dicho "Nunca caminarás solo cuando caminas con Dios" es una verdad importante. 

El verdadero pecado del cristiano no es tener esperanza. Hay que estar seguros que gracias a Jesús ya tenemos la victoria. Somos un pueblo levantado, un pueblo de poder, y un pueblo al que Jesús ha confiado toda la autoridad sobre todo el poder del maligno. Yo personalmente debo tomar posesión de lo que Jesús me ofrece y hace posible para mí. Una vez y otra vez y otra vez estoy invitado a repetir mi propio sí. El único sí que le interesa a Dios es mi sí personal. 
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Lecturas en lenguaje Latinoamericano - Tercer Domingo de Pascua, Ciclo A

Hechos de los apóstoles 2, 14. 22-33:
No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio 

 El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: "Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchen mis palabras y entérense bien de lo que pasa. Escúchenme, israelitas: Les hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocen. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, se lo entregaron, y ustedes, por mano de paganos, lo mataron en una cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: "Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia." 

Hermanos, permítanme hablarles con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron,
y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy.
Pero era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo;
cuando dijo que "no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la corrupción",
hablaba previendo la resurrección del Mesías.
Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos.
Ahora, exaltado por la diestra de Dios,
ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que están viendo y oyendo." 
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Salmo responsorial: 15:
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; 
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien."
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte esta en tu mano.
R./ Señor, me enseñarás el sendero de la vida. 

 Bendeciré al Señor, que me aconseja, 
hasta de noche me instruye internamente. 
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
R./ Señor, me enseñarás el sendero de la vida. 

 Por eso se me alegra el corazón, 
se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. 
Porque no me entregarás a la muerte, 
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
R./ Señor, me enseñarás el sendero de la vida. 

 Me enseñarás el sendero de la vida, 
me saciarás de gozo en tu presencia, 
de alegría perpetua a tu derecha. 
R./ Señor, me enseñarás el sendero de la vida. 
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1Pedro 1, 17-21: Los rescataron a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto 
Queridos hermanos: Si llaman Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin parcialidad, tomen en serio su proceder en esta vida. Ya saben con qué los rescataron de ese proceder inútil recibido de sus padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien. Por Cristo ustedes creen en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así han puesto en Dios su fe y su esperanza. 
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Lucas 24,13-35: Lo reconocieron al partir el pan 
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. 

Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traen mientras van de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replico: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les pregunto: "¿Qué?" 

Ellos le contestaron: "Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. 

Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron." 

Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes son para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. 

Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

domingo, 16 de abril de 2023

TOA - 2do. Domingo de Pascua - A los ocho días, llegó Jesús - Jn 20, 19-31

Hch 2, 42-47: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
Salmo responsorial 117: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
1Pe 1, 3-9: Nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva
Jn 20, 19-31: A los ocho días, llegó Jesús

Si la resurrección de Jesús no tuviera como sentido final la re-creación del ser humano y de un nuevo orden, entonces la Resurrección de Jesús se quedaría como un asunto particular entre el Padre y su Hijo. Estamos convencidos que la resurrección de Jesús es la base y fundamento de la comunidad y el horizonte hacia el cual apunta toda la creación.

El evangelio de hoy y la primera lectura de Hechos, nos iluminan y guían para ver cuál es la dirección a seguir para alcanzar la meta y nos muestran los efectos inmediatos, reales y concretos de la Resurrección, entonces y ahora.

En el proceso de construcción de una comunidad más fraterna y justa, no debemos ver nuestras fallas, tropiezos y caídas como la demostración de que es imposible lograr esa meta. Esos aspectos negativos deben ayudarnos a percibir el signo de que aunque no es fácil, no es imposible. Si tenemos plena conciencia de que ése es el proyecto de Dios y que por ese proyecto Jesús hasta derramó su sangre y entregó su vida alcanzaremos esa meta. Porque fue fiel a ese proyecto, el Padre lo resucitó, para que quienes confesamos ser seguidores suyos nos comprometemos con ese “su” proyecto que él quiere compartir con nosotros y al que ciertamente él respalda y acompaña en todo momento. Ese es el principal sentido de la Resurrección y eso es lo que los discípulos no han podido entender de manera inmediata.

Incredulidad de Tomás: La fuente es el Evangelio de San Juan, Tomás no cree los testimonios de los otros apóstoles; literalmente, quiere tocar con la mano las llagas de Jesús,  el Señor se le aparece una semana después de la resurrección e invitó a Tomás a tocar las llagas de las manos y del costado para que “no seas incrédulo, sino fiel”.
La historia de Tomás nos enseña que para la gente de su tiempo no era fácil creer en Jesús, y era más difícil creer en él sin haber visto. El evangelio de hoy nos ayuda a entender que los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no se comprenden de un momento a otro.  Aunque los dos discípulos han comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (Jn 20, 1-18), los discípulos siguen encerrados. Escuchamos estas dos expresiones dos veces, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v.19) y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v. 26), sin salir.  Eso nos muestra de que creer de nuevo es un proceso de maduración de la fe. 

Los que vieron a Jesús creyeron en el Resucitado; excepto Tomás que no lo vio. Una cosa es creer y otra abrirse a las consecuencias de asumir su nueva fe. Ese proceso le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo para acepta, asimilar y practicar. 

En ese tiempo, Jesús con toda paciencia y comprensión, está ahí acompañando, animando, cercano y ayudando a madurar la fe de cada discípulo, hasta de Tomás. Hay que ver el caso de Tomás desde la óptica más positiva, sin juzgarlo de entrada como “el incrédulo”, sino como el que quiere creer y poner en práctica su fe. Debemos verlo desde su vacío interior que necesita ser llenado por la presencia de su Señor. Éste es el camino que hoy debemos recorrer: creer “en” Dios, para creer “a” Dios. En eso nos ayuda escuchar la Palabra, participar en la “fracción del pan”=Eucaristía, oración y vida en común. 

Quizá necesitemo madurar aún más el aspecto de la fe del nuevo Tomás para ver con claridad cuál es el horizonte hacia el que nos lleva esa fe cristiana que confesamos y que es lo que hay que hacer para atraer a los alejados. Necesitamos desaprendernos de nuestras seguridades terrenas y confiar en la promesa de vida eterna de Jesús. Ser más la Comunidad que vive y anuncia el Evangelio, que un grupo con fuerza social. Necesitamos vaciar completamente nuestro ser, nuestro corazón, hacer lo de Tomás y decir: "¡Señor mío y Dios mío!", creo pero aumenta mi fe, conscientes de que el Amor de Dios es más fuerte que la misma muerte.


Oración
Dios, Padre nuestro, 
que llenas cada año nuestro corazón 
de gozo y alegría 
con las fiestas pascuales;
haz que nuestra fe no vacile, 
que nuestra vida sea siempre 
coherente con esa fe,
y que trabajemos siempre por tu Reino, 
sabiendo que al construirlo 
ya lo estamos viviendo.
Nosotros te lo pedimos gracias a Jesús, 
hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.



Lecturas para el 2º Domingo de Pascua

Hechos de los apóstoles 2,42-47: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles,
en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos
que los apóstoles hacían en Jerusalén.

Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes,
y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.

A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo,
y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.

Salmo responsorial: 117
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
R./ Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación. Escuchen: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos.
R./ Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R./ Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

1 Pedro 1, 3-9: 
Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo.

La fuerza de Dios los custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alégrense de ello, aunque de momento tengan que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de su fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No han visto a Jesucristo, y lo aman; no lo ven, y creen en él; y se alegran con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de su fe: su propia salvación.

Juan 20, 19-31: A los ocho días, llegó Jesús
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. 

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a ustedes." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos."

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a ustedes." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."

 Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. 
Éstos se han escrito para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.


domingo, 9 de abril de 2023

TOA - Domingo de pascua - Un misterio más allá Palabras - Juan 20, 1-9

Hechos de los Apóstoles 10, 34-43: Nosotros hemos comido y bebido con él después de su resurrección
Salmo responsorial: 117: R./ Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Colosenses 3, 1-4: Busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo
Juan 20, 1-9: El había de resucitar de entre los muertos.
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El evangelio de Juan muestra a María Magdalena madrugando para ir al sepulcro de Jesús cuando “Todavía estaba oscuro”. Es preciso subrayar este detalle, porque a Juan le gusta jugar con esos símbolos en contraste: luz-tinieblas, mundo-espíritu, verdad-falsedad, etc. ella todavía permanece a oscuras; no ha experimentado aún la realidad de la Resurrección. Cuando María Magdalena llega y halla vacía la tumba, entre asustada y emocionada corre presurosa hacia los apóstoles para contarles su sorprendente noticia. San Juan es el único relato donde los apóstoles se involucran directamente constatando que la tumba estaba vacía, y donde ni Jesús ni los ángeles están allí para orientarles sobre el significado de ese hecho.

El Discípulo Amado vio junto con Pedro los paños fúnebres dentro de la tumba, y él de inmediato se dio cuenta de lo que esto significaba: ¡Jesús había resucitado de entre los muertos!

Recordemos nuestra reacción al contemplar por primera vez un paisaje tan maravilloso que nos deja sin aliento: Nos emocionamos profundamente, sacamos cámara, y la usamos como queriendo captar la visión, la belleza, las emociones y la maravilla de esa experiencia. 

Pero al tratar de explicar a los amigos y amigas esa experiencia, incluso con las fotos, nos damos cuenta que es inútil, no podemos hacer que sientan la misma emoción. 

Entonces entendemos que cada experiencia de fe es única, ellos deben ver por sí mismos lo que vi, para que tengan una verdadera comprensión o apreciación sobre lo que les hablé. 
Por eso, es importante “estar” con la comunidad celebrando y renovando nuestra fe. 

Foto cortesía de BGC Photography
Para aquellos que no quieren entender, no hay palabras posibles que los convenzan, y para los que sí entienden, las palabras no son necesarias. 

Esa es la sensación nos produce la lectura del relato de la resurrección. Habla de un hecho profundamente misterioso. No somos capaces de captar el verdadero impacto que tuvo en los corazones de los seguidores de Jesús, ese primer día de Pascua. 

Los discípulos redescubrieron en Jesús el rostro de Dios y comprendieron que Jesús era el Hijo, el Señor, la Verdad, el Camino, la Vida, el Alfa, la Omega. 

La muerte no tenía poder sobre él. Había resucitado, estaba vivo. Y no podían sino confesarlo y "seguirlo", "persiguiendo su Causa", obedeciendo a Dios antes que a los hombres, aunque costase la muerte. Recordemos que este evangelio, verdadera gran noticia, es atemporal y así sigue siéndolo aquí y ahora. 

Foto Cortesía de Holy Family Parish, Labasa, Fiji Islands
En un sentido real, me siento reflejado por cada persona en esa historia, y debería tratar de meterme en la historia según lo narra San Juan hoy. ¿Soy como Magdalena, que anunció a los demás la noticia de la resurrección? O como los apóstoles que respondieron de inmediato corriendo hacia la tumba para ver por sí mismos. Como yo, tal vez no estás muy seguro de cuando escuchaste por primera vez acerca de la resurrección de Jesús, quizá lo mismo que yo, fue muchos años después, cuando lo experimentaste personalmente. Quizá como a mí, te vino en momentos de oscuridad y desolación, cuando clamaba a Dios por ayuda. Todos tenemos nuestros momentos que clamamos: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Pero Dios no se olvida ni nos abandona, y la hora más oscura es justo antes del amanecer.

La mañana de Pascua la piedra estaba removida de la boca de la tumba. ¿Siento mi corazón como una tumba esperando una resurrección? ¿Identifico algo parecido a una piedra que me impide disfrutar la vida a plenitud? De repente es una adicción, una compulsión, un resentimiento o algún secreto oculto y oscuro que nunca he compartido con nadie. De repente estamos tan enfermos como nuestros secretos.

 El Papa Francisco bien lo dice, "Estamos llamados a ser personas de esperanza gozosa, no profetas del fin del mundo!” Gracias a la resurrección de Jesús, todos podemos tener alegría y esperanza, y salir a compartirlo con todo el mundo.

Creer en la resurrección era para ellos la afirmación contundente de la validez suprema de la Causa de Jesús, por la que es necesario vivir y luchar hasta dar la vida. Creer en la resurrección de Jesús es creer que su palabra, su proyecto, su Causa y su Reino expresan el valor fundamental de nuestra vida. Lo importante no es creer en Jesús, sino creer como Jesús. No es tener fe en Jesús, sino tener la fe de Jesús: su actitud ante la historia, su opción por los pobres, su propuesta, su lucha decidida, su Causa...

Una comunidad, un pueblo, una sociedad donde hay excluidos o marginados, donde el rigor de las leyes divide y aparta a unos de otros, es la negación del efecto primordial de la Resurrección; y en mucho mayor medida si se trata de una comunidad o de un pueblo que dice llamarse cristiano.

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Domingo de Pascua - La Resurrección del Señor - Misa del día
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Primera lectura: Hch 10, 34a. 37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
“Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea,
después del bautismo predicado por Juan:
cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret,
y cómo éste pasó haciendo el bien,
sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén.
Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo,
no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido:
a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.

Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio
de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos.
El testimonio de los profetas es unánime:
que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.
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Salmo Responsorial: Salmo 117, 1-2. 16ab-17. 22-23 (24)

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia es eterna.
Diga la casa de Israel:
“Su misericordia es eterna”.
R. Éste es el día del triunfo del Señor. ¡Aleluya!

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es nuestro orgullo.
No moriré, continuaré viviendo
para contar lo que el Señor ha hecho.
R. Éste es el día del triunfo del Señor. ¡Aleluya!

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor,
es un milagro patente.
R. Éste es el día del triunfo del Señor. ¡Aleluya!
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 Segunda Lectura: Col 3, 1-4
Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo,
busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra,
porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes,
entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.


O bien:
  1 Cor 5, 6b-8
Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?
Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva,
ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.

Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura,
que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad.
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Secuencia

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?”
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
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Aclamación antes del Evangelio: 1 Cor 5, 7b-8a
R. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.
R. Aleluya.
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Evangelio: Jn 20, 1-9
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro,
fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba.
Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba,
y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro.
Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro
y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro.
Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús,
 puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó,
 porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras,
según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. 

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Oración

Dios eterno y bueno, nuestra fuente de origen y meta final, 
Llénanos de gozo en estas fiestas anuales de Pascua.

Renuévanos con tu palabra para sentir siempre
la gran alegría experimentada en la comunidad,
danos la energía y fuerza para ser 
mejores testigos y anunciadores de tu cariño por todos.

Ayúdanos a trabajar siempre 
para vencer a la muerte y hacer crecer la Vida, 
hasta que la experimentemos en su consumación plena. 
Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo, hermano nuestro. 

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