sábado, 28 de octubre de 2023

Todos Los Santos - Solemnidad

Primera lectura: Apoc 7, 2-4. 9-14
Salmo Responsorial: Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6
Segunda lectura: 1 Jn 3, 1-3
Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 28
Evangelio: Mt 5, 1-12
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Primera lectura: Apoc 7, 2-4. 9-14
Yo, Juan, vi a un ángel que venía del oriente.
Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar.
Les dijo:
"¡No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios!"
Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel.

Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla.
Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas.
Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero;
iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa:
"La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero".

Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes,
cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: 
"Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios".

Entonces uno de los ancianos me preguntó: 
"¿Quiénes son y de dónde han venido los que llevan la túnica blanca?" 
Yo le respondí: "Señor mío, tú eres quien lo sabe". 
Entonces él me dijo: "Son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero".
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Salmo Responsorial: Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene,
el orbe todo y los que en él habitan,
pues él lo edificó sobre los mares
el fue quien lo asentó sobre los ríos.
R. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.

¿Quién subirá hasta el monte del Señor?
¿Quién podrá estar en su recinto santo?
El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.
R. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.

Ese obtendrá la bendición de Dios,
y Dios, su salvador, le hará justicia.
Esta es la clase de hombres que te buscan
y vienen ante ti, Dios de Jacob.
R. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
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Segunda lectura: 1 Jn 3, 1-3
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. 
Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.

Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. 
Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo para ser tan puro como él.
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Aclamación antes del Evangelio: Mt 11, 28
R. Aleluya, aleluya.
Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga,
y yo los aliviaré, dice el Señor.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 5, 1-12
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. 
Entonces se le acercaron sus discípulos. 
Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:

"Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.

Dichosos serán ustedes, cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos".
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El resplandeciente texto del Apocalipsis los llama "una multitud que nadie podía contar" - debido a la rica misericordia de Dios, y como Jesús aseguró a sus amigos antes de su partida de esta vida, en la Casa del Padre hay muchas mansiones.  Más que de Seguro, hay lugar para todos y cada uno de nosotros en la casa de Dios, y el camino más seguro de llegar allá es aferrándonos a nuestro Salvador que es "el Camino, la Verdad y la Vida".

En una clase con niños de nueve años, un sacerdote preguntó una vez: "¿Qué debemos hacer para llegar a ser un santo?" Una mano se levantó: "Morir, Padre", dijo el niño. Jesús nos diría más bien: "¡Vive tu vida a plenitud!" Porque de hecho, la santidad comienza aquí y ahora.

Con toda honestidad debemos aceptar que la vida más allá de la tumba está bastante más allá de nuestro rango de conocimiento, porque "ningún ojo ha visto, ningún oído ha oído, lo que Dios ha preparado" [1 Cor 2: 9]. Y sin embargo, las imágenes de la Biblia y la tradición cristiana nos ofrecen un anticipo de lo que nos está esperando, más allá de este mundo actual. Confiamos en que aquellos que han partido para unirse a Dios antes que nosotros no son santos de yeso, ni oscuras y difusas sombras, sino personas que han vivido la vida con tanto amor y decencia que se fueron directamente hacia el Dios que nos creó a Su imagen, para estar delante de nuestro Hacedor.

Ellos entraron marchando felices de de saber que se encontrarían cara a cara con Aquel que siempre los tuvo en la palma de su mano. Ellos son héroes de nuestra Iglesia pero también son gente común.

Algunos han inspirado a la iglesia durante siglos, y otros son héroes no reconocidos, que vivieron una vida tranquila de familia, trabajo y amistad, encarnando el espíritu del Evangelio, como pacificadores, puros de corazón y mansos de espíritu.

En el Evangelio, Jesús nos da su desafiante consejo para ser buenas personas. Él nos aconseja cómo ser la mejor gente que podemos ser y desarrollar las cualidades que quiere ver en nosotros, sus seguidores. 

Mirando esas ocho cualidades propuestas podemos ver que son lo opuesto a los muchos estándares y valores propuestos en la cultura de este mundo. Los Santos trataron de vivir a plenitud esas cualidades y por eso hoy viven para siempre con Él. 


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