viernes, 16 de junio de 2023

TOA - XI Domingo Ordinario - Confiar en el Señor - Mt 9, 36—10, 8

En las lecturas de hoy, vemos el tema de la confianza.
La aprende a desarrollar los israelitas
en el desierto del Sinaí después del Éxodo.
Moisés transmite la palabra de Yahvé al pueblo,
un mensaje del cuidado amoroso de Dios
expresado bajo la imagen de un gran pájaro, un águila,
que acaba de sacar a Israel
de la esclavitud de Egipto hacia la libertad.
Para los israelitas, “el sol con alas” será un símbolo
del cuidado especial de Yahvé por su pueblo.

“Bajo la sombra de tus alas, protégenos, oh Señor”,
es un grito a Yahvé que aparece en los Salmos cinco veces en total.

El salmo refleja la esperanza del Pueblo de Dios.
La imagen es más clara en el profeta Malaquías:
“El sol de justicia brillará con sanidad en sus alas.
El Éxodo, la liberación, la salvación, ha llegado a Israel
por la misericordia de Yahvé que ha tomado la iniciativa en esta obra de gracia.

Para los cristianos, la muerte y resurrección de Cristo son el Nuevo Éxodo
por el que llegan a los hombres la liberación y la salvación.
“Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
Ciertamente podemos contar con ser salvos por la vida de su Hijo.”

La reconciliación trae confianza gozosa en Dios a través de Cristo.

Nuestra confianza en Dios se basa en su amor por nosotros.
Él murió por nosotros, incluso cuando éramos pecadores e indignos de su amor.

Para los padres, el amor continúa aún cuando los hijos
hayan tenido errores menores, o incluso mayores
o vivan una conducta incorrecta. 
Los hijos deben estar seguros de que sus padres los aman,
no tanto por ellos mismos, cuanto por su bondad, la respetabilidad de sus vidas y la paz del hogar. 
El amor busca los intereses del ser amado, es importante para los padres, debe serlo también para los hijos. Si, por ejemplo, una joven soltera se embaraza, el verdadero amor de los padres hace que se sienta amada, cuando más necesita amor.

De esta manera los padres reflejarán el amor de Dios, aún por sus hijos descarriados.
Para eso, los padres deberán estar libres de “la esclavitud de la opinión pública
para vivir ese amor en libertad. Eso les da una mayor libertad personal
frente al miedo del qué dirán los demás y los da un crecimiento interior tanto a padres como a hijos.

El cristianismo, desde el principio, fue de naturaleza comunitaria.
Jesús nunca tuvo la intención de un enfoque individualista de "hágalo usted mismo" para la salvación.
Por eso manda a los discípulos llenos 
de “confianza gozosa”.
Van con esa esperanza que es esencialmente gozosa por naturaleza.
La esperanza nos hace esperar aún en las  cosas difíciles de alcanzar
y muchas veces lo logramos luego de aferrarnos a la esperanza.
Para eso nos puede ayudar mirando ya sea por la imagen de las “alas de Dios”
o considerando que la redención a través de la muerte de Cristo
es porque nos amó aun cuando éramos pecadores. 
Las Buenas Nuevas y su mensaje no son solo para nosotros.
Dios le recordó a Israel que “toda la tierra es mía”.
También nosotros, como los Apóstoles,
somos enviados con poder para proclamar la bondad de nuestro Dios.


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                 Lectura en Lenguaje Latinoamericano – TOA - XI Domingo Ordinario
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Primera lectura: Ex 19, 2-6ª
En aquellos días, el pueblo de Israel salió de Refidim,
llegó al desierto del Sinaí y acampó frente al monte.
Moisés subió al monte para hablar con Dios. El Señor lo llamó desde el monte y le dijo:
“Esto dirás a la casa de Jacob, esto anunciarás a los hijos de Israel:
‘Ustedes han visto cómo castigué a los egipcios
y de qué manera los he levantado a ustedes sobre alas de águila y los he traído a mí.
Ahora bien, si escuchan mi voz y guardan mi alianza,
serán mi especial tesoro entre todos los pueblos, aunque toda la tierra es mía.
Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada’ ”.

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Salmo Responsorial: Salmo 99, 2. 3. 5

Alabemos a Dios todos los hombres,
sirvamos al Señor con alegría
y con júbilo entremos en su templo.
R.  El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.

Reconozcamos que el Señor es Dios,
que él fue quien nos hizo y somos suyos,
que somos su pueblo y su rebaño.
R.  El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.

Porque el Señor es bueno, bendigámoslo,
Porque es eterna su misericordia
y su fidelidad nunca se acaba.
R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.
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Segunda Lectura: Rom 5, 6-11
Hermanos: Cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado,
Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo,
aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena.
Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros,
cuando aún éramos pecadores.

Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre,
seremos salvados por él del castigo final.
Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo,
con mucho más razón, estando ya reconciliados,
recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo,
por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
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Aclamación antes del Evangelio: Mc 1, 15
R.
Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
R. Aleluya.
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Evangelio: Mt 9, 36—10, 8
En aquel tiempo, al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
“La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto,
al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.

Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar
a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Éstos son los nombres de los doce apóstoles:
el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés;
Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo;
Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo,
y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
“No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos.
Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos.
Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios.
Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.
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