sábado, 14 de enero de 2023

TOA - La Calenda o Proclamación de Navidad



Evangelio de la Nochebuena: Lc 2, 1-14

Por aquellos días,
se promulgó un edicto de César Augusto,
que ordenaba un censo de todo el imperio.
Este primer censo se hizo
cuando Quirino era gobernador de Siria.

Todos iban a empadronarse,
cada uno en su propia ciudad;
así es que también José,
perteneciente a la casa y familia de David,
se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea,
a la ciudad de David, llamada Belén,
para empadronarse, juntamente con María,
su esposa, que estaba encinta.


Mientras estaban ahí,
le llegó a María el tiempo de dar a luz
y tuvo a su hijo primogénito;
lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre,
porque no hubo lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores
que pasaban la noche en el campo,
vigilando por turno sus rebaños.

Un ángel del Señor se les apareció
y la gloria de Dios los envolvió con su luz
y se llenaron de temor.

El ángel les dijo: “No teman.
Les traigo una buena noticia,
que causará gran alegría a todo el pueblo:
hoy les ha nacido, en la ciudad de David,
un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Esto les servirá de señal:
encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”.

De pronto se le unió al ángel
una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
“¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”

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Proclamación de Navidad o Calenda (Abreviada)


Hoy, veinticinco de diciembre,
Les anunciamos, hermanos y hermanas, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo; escúchenla con corazón gozoso.


Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, 
Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza.

Miles y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, signo de alianza y de paz.

Cerca de dos mil años después de que Abrahán y Sara,
nuestros padres en la fe, dejaron su patria;
1.250 años después de que los israelitas,
guiados por Moisés, salieran de Egipto.

Mil cien años desde el tiempo de Ruth y los Jueces;
Mil años después de la unción de David como rey;
en la sexagésima quinta semana según la profecía de Daniel.

En Olimpiada de los griegos número ciento noventa y cuatro;
En el año 752 de la fundación de la ciudad de Roma;
En el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz.

Hace casi 2.015 años, en Belén de Judá,
pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,

Jesús, Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero,
deseando santificar el mundo 
con su más misericordiosa venida,
siendo concebido por el Espíritu Santo,
y a los nueve meses desde su concepción,

(Se arrodillan todos, y prosigue el cantor en tono más agudo):

nació en Belén de Judea,
de María Virgen, esposa de José, 
de la casa y familia de David,
Él es llamado El Mesías y El Cristo,
que es el Salvador que la humanidad esperaba.

(de pie)

Hoy es el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, según la carne.

Hermanos y hermanas, regocíjense, 
Estén felices y celebren la mejor noticia de toda la historia humana.


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NOTA: 
La Calenda o anuncio festivo de la Navidad
es un rito heredado de la an­tigua liturgia romana. No es una parte esencial de la celebra­ción, ni tampoco uno de los elementos constitutivos de la dinámica celebrativa de este día. Es más bien un rito que podrían llamar­se "ambientativos". La calenda es uno de esos ritos que tienen gran fuerza y eficacia para dar el colorido propio a la celebración, en especial si se trata de los días más importantes del año litúrgico.

La Calenda se podría comparar al himno que se canta en las introducciones al inicio de la Misa o de la Liturgia de las Horas, o al que se canta en la procesión con el Cirio y el Pregón en la inauguración de la Vigilia Pascual.


Por su repetición anual en esta fiesta, y por su lenguaje popular tan asequible al Pueblo cristiano, puede resultar un factor inte­resante en las actitudes y en la ambientación de la Navidad. Esta proclamación puede dar expresividad a la celebración de las fiestas Navideñas.


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